martes, 3 de diciembre de 2013

The Bathroom




“Siempre el mismo olor a mierda”, se repetía a si mismo mientras refregaba obsesivamente su pene bajo el débil e irregular chorro de agua turbia que ofrecía la llave. En su vida había sentido el olor de mucha mierda ajena, pero estaba seguro que la mierda de hombre siempre huele diferente. A veces un olor repugnante, a veces un tanto más tolerable, pero siempre diferente. En cambio el olor a mierda de mujer es siempre el mismo, siempre el puto mismo olor, salga del culo que salga. Ya no recordaba hace cuánto tiempo había cerrado la puerta del baño ni recordaba en qué momento se había bajado los calzoncillos y había comenzado a quitar de su glande ese puto olor. Lo único en lo que podía pensar en ese momento: su glande estaba amarillento, pálido, agrietado y algo amarillento… demasiado amarillento. Quizás los años en la cárcel lo habían dejado así, o quizás la mina con la que había estado recién. Pero ¿con quién mierda había estado recién? Ni puta idea, pero de seguro era una mujer, por ese olor inconfundible. Por más que refregara solo conseguía empequeñecer su miembro bajo el agua fría. El color no se iba, el olor tampoco.


Levantó la cara y mojó el pequeño espejo para limpiar las manchas blanquecinas y el polvo que lo cubrían. Miró sus ojos, rojos, y su cara pálida como la muerte. Probablemente había fumado marihuana, o quizás se había metido ácido y había bebido más de la cuenta. Mirando su cara intentaba reconstruir el panorama que lo condujo a ese baño, pero los indicios eran pocos. Lo único que era evidente es que había consumido más de una cosa y en bastante exceso, por el aspecto espectral que tenía su rostro. Aunque tampoco bueno y sano se veía mucho mejor. Más que mal, 35 años es una edad considerable, y más si has pasado 15 de aquellos en la cárcel. Pero qué se le va a hacer, ya estaba allí, y ahora había que hacer el esfuerzo de intentar recordar como mierda llegó a ese lugar. El cuarto tampoco ofrecía muchos indicios. Solo se podía inferir que el edificio debía ser tan antiguo como aquel cuarto del demonio. Los muros lucían una pintura blanca, agrietada y amarillenta, manchados con toda clase de material orgánico humano. Cañerías de cobre trepaban desnudas por uno los muros, formando ángulos cerrados, estremeciéndose frecuentemente ante el paso de su contenido, como las venas de un heroinómano. En el centro se encontraba el escusado, de aquellos antiguos que tienen el estanque en alto, y más allá (no mucho más alla) un desnivel en el piso, un muro con cerámicas blancas y una salida de agua hacían suponer que alguna vez aquello fue una ducha funcional, y no una bodega de útiles de aseo como lo era ahora. Sobre la rumba de escobas y trapeadores había, casi tocando el techo, un extractor de aire, único contacto con el exterior aparte de la puerta, el cual, por supuesto, ya no funcionaba. Una ampolleta colgaba por encima de su cabeza por medio de un cable blanco y otro rojo, ofreciendo una luz sucia y débil que daba a su rostro un tono aún más decadente. Era inevitable preguntarse porque mierda había entrado a aquel baño que se mostraba evidentemente en desuso, pero también la respuesta era fácil. Bastaba con morderse el labio y notar el hormigueo un tanto placentero que producía la presión de los dientes, o tocarse la cara y sentir la piel como un pedazo de cuero inerte sobre la estructura ósea que la sustenta. Por alguna razón, siempre que estaba así y había un espejo, terminaba jugando con la piel de su cara, estirando los surcos de sus arrugas, hundiendo aún más sus chupadas mejillas o tocando sus delgados y agrietados labios con la yema de los dedos. Era quizás lo mejor de toda esa mierda, las sensaciones, el roce exquisito de la piel contra la piel, de su piel contra su piel, o de su piel contra otra piel, contra la piel de ella...

El sonido ronco de la cañería lo sacó de su estupefacción. Al parecer la presión del agua había bajado porque ya no salía casi nada. La cerró para evitar el ruido molesto y sin pensarlo se sentó en el retrete. Error fatal. La inacción es lo peor cuando uno quiere salir de aquellos estados y pensar con claridad, pero lo había olvidado y sin pensarlo se sentó. No había caso de intentar pararse, la pesadez del cuerpo y la languidez de sus piernas era combinación suficiente para ni si quiera darse la molestia de intentarlo. Además no tenía sentido, pues desde allí veía perfectamente que la puerta no tenía la manilla interna, y que por ende no podría llegar y salir. Mejor sentarse, sentarse y pensar. Al menos al sentarse dejo de sentir la molestia que hace rato sentía en la espalda y en la nuca. Se llevó ambas manos a la nuca y sintió algo viscoso: Sangre, sangre coagulada. Se buscó en la cabeza y en el cuello alguna herida fresca pero no encontró ninguna, aunque si tenía una jaqueca considerable, de la cual recién se había percatado. Quizás se había puesto a pelear, pero con quién, y porqué... ¿Cuantos días llevaba libre? No muchos. Pensando en las pocas cosas que recordaba haber hecho en los últimos días no llevaba más de un mes libre. Había visitado a su madre, probablemente solo por cumplir. Sabía que ella no lo recibiría, y en efecto, no lo recibió. En prisión había hecho un amigo que salió un par de meses antes. Él lo acogió en su casa y le presentó algunas amistades. Pura gente basura. Delincuentes, drogadictos, mujeres fáciles... al menos se sacó las ganas de 15 años con la pendeja culona que conoció en el cumpleaños de nosequién. Que mina más rica, tenía un cuerpo parecido… pero le faltaba el orgullo, la inteligencia y el rostro altivo. Además era mucho más morena. Antes no era así, claro, nada era así, pero ahora poco importaba. De todos modos la pasó bien con ella, y no le costó demasiado esfuerzo. En la primera noche ya le había hecho todo lo que puede hacerse entre un hombre y una mujer. Después de 15 años entre hombres y demonios no había nada como las redondas y generosas nalgas de una muchacha. Intentaba recordar cómo se dieron las cosas, paso por paso… qué se hizo primero, qué se hizo después. Era inútil, los pensamientos se perseguían y se fagocitaban los unos a los otros, en una carrera incesante de recordar y olvidar, pasando de un pensamiento pequeño a otro más grande que lo contiene, y así, hasta que la amplitud se vuelve inabarcable, y entonces el silencio. Generalidades, todo se reducía amplificándose hacia una perfecta y basta generalización de todo cuanto pudiese pensar o recordar en ese momento. Nada de detalles, solo algunas imágenes, sonidos, sensaciones aisladas grabadas en alguna parte de su consciencia. Pero estuvo con ella ahí, había evidencia de aquel logro. Aun haciendo un gran esfuerzo mental podía visualizar sus manos bajando lentamente su ropa interior, revelando de a poco la imagen, el bello trasero de ella dispuesto para él. No había nada como esa sensación. La sensación de la carne cediendo ante la carne que de a poco se hincha acercándose a las puertas de un dolor delicioso… y el sonido, el sonido de la carne separándose de la carne… como el sonido de una boca que se abre lentamente muy cerca de la oreja. Penetrar siempre es placentero, con un dedo, con el pene o con el cuchillo… quien sabe porque mierda es así. Quizás sea por el placer de intervenir violenta y bruscamente en el cuerpo del otro, invadirlo… y prosperar en su dolor. Probablemente pocas o ninguna mujer conoce el verdadero fin y placer que busca aquél que le pide prestado el culo. Claro, es fácil decirle que tiene un culo muy bonito, que te excita demasiado. Es fácil hacerla sentir sexy, deseada, decirle lo que sea necesario decir, contar que ella misma desee entregarse por voluntad y deseo propio a la tortura. Pero más que la exquisita presión, las palpitaciones, más que el placer físico y terrenal de doblegar un esfínter, más que la fiebre y los espasmos musculares… se trata de dominación. La posibilidad de ejercer en el cuerpo del otro una agresión permitida, aceptable y deliciosamente sexual. Aquél es el deleite verdadero. Violencia y sexo, ambas prohibiciones realizadas en el bonito culo de una joven muchacha. Una suerte de venganza, quizás, de todo cuanto se pueda odiar en ella, o en ellas. Mientras más joven, más inocente, más queda una estampa imborrable en su vida. Tu propia marca. Pero claro, no tiene sentido vengarse de quien es inocente, a no ser que ella pague las culpas de otra. Corromper, manchar, marcar… ¿Por qué mierda les importa tanto marcar? Manchas de mierda esparcidas con la mano en la muralla. Olor a orina, rastros blanquecinos… cualquier cosa les sirve para indicar que estuvieron aquí. Este baño tiene más mierda en sus murallas que todos esos culos juntos. Es extraño… como de pronto los pies comienzan a vibrar cuando te quedas quieto, como si un ejército de hormigas subiera desde tus pies hacia tus rodillas… el pavimento está demasiado frío, demasiado húmedo…. ¿Será el frío una energía también o una falta de todo lo que puede entenderse como vida? Quien mierda sabe. Tengo frío y solo tuve la ocurrencia de ponerme los calzoncillos y la camisa. No pude terminar de vestirme… por alguna razón tuve que salir corriendo… ¿Por qué fue? No puedo recordarlo… pero bien culona era la chiquilla… se notaba que nunca lo había hecho, pero ella quería aparentar que sí. Quería demostrarme que era experimentada, que sabía complacer a “un hombre de tu tipo”. No fue necesario ningún esfuerzo: cayó por su propio discurso y ganas de aparentar. Pero orgullosa también la pendeja de mierda, nunca chilló, pero al menos se le notaba en la cara, la cara adolorida y los espasmos ante cada embestida la delataban…


…a ella nunca se le notó en la cara, nunca… nunca…

El impacto de su puño contra la muralla lo hizo abrir bruscamente los ojos y por poco el sobresalto lo puso de pié, pero el impulso no fue suficiente para levantar su inclinado cuerpo, y cayó pesadamente sobre el retrete… no hay que quedarse, quieto, ni dormido… trató de mover los brazos para liberarse de esa presión en sus hombros. Luego buscó con los ojos algo que mirar, hasta que los detuvo en sus pies. Que pálidos se veían. Buscó temblando sus cigarrillos en el bolsillo de la camisa mierda quedan dos no más. Sacó uno y lo encendió con el encendedor que aquél tipo olvidó reclamar. Parece un mapa… exhaló una gran cantidad de humo mientras miraba el espacio de 33 centímetros que separaba sus pies. Siempre le había gustado la cartografía, era una de sus materias favoritas en la Universidad, y en la cárcel siempre pasaba largos ratos mirando las grietas del piso, imaginando que eran los lechos vacíos de grandes ríos, rodeados de verdes bosques, representados por el musgo y los hongos del húmedo cemento. Quince años en la cárcel y aun afuera sigo atrapado… paraísos vegetales en el pavimento muerto, nada más. La gran grieta que partía desde el borde de la ducha se dividía bajo su pie izquierdo en dos líneas casi perpendiculares, una de las cuales encontraba su fin poco antes de tocar el muro, mientras que la otra se bifurcaba aún más en una especie de delta que desembocaba en su pie derecho. Tenía la esperanza de levantar el pie y encontrar algo que representase el mar, pero el delta de la gran grieta desembocaba tristemente en el vacío. el mar, la promesa de otros mundos. y habia algo trás el horizonte? porque una S? porqué una S es lo que dividía el viejo y el nuevo mundo? me hubiese gustado vivir esa 

época lanzarme a la aventura dejar atrás a todos los weones y viajar a un nuevo mundo un lugar donde nadie me conoce Donde podría encontrar la muerte pero a fin de cuentas un lugar donde nadie te manda a la cárcel por culearte y degollar a una india... cuanto tiempo ya? 15 años sin ver el mar… la última vez había sido con ella, aquella vez en que en la playa le dijo que ya las cosas no eran como antes, que se sentía insegura, descuidada… que tenía miedo de desenamorarse de él… No era razón para que la maraca se acostara con otro, que se fuese con otro y que le entregara todo su ser a otro… nunca hubo una razón real para que hiciera todas las cosas que hizo luego de ese último viaje al mar. No había razón para ser tan cruel… y el hijo de puta jamás me dijo nada… la segunda y última vez que lo vi fue en el juicio, cuando distraídamente miraba a la gente que entraba a la sala… lo reconocí por esa chasca larga y ese bigote de maricón que le gustaba usar. Me miró como quien mira un condón usado y se sentó varias asientos más allá. Lo hermoso fue la otra mirada, la mirada de espanto, de asco y de miedo con la que me miró cuando la fiscal describía en perfecto detalle y prolijo lenguaje, parte por parte el procedimiento del crimen. Fue solo un segundo en que me volteé y lo sorprendí mirándome así… luego de eso el maricón bajó los ojos y no los volvió a subir jamás. Un sonido de mierda se empezó a formar en la sala, que hasta ese momento se había mantenido en silencio… primero un murmullo, una lenta batahola de voces comenzó a reaccionar ante todo aquello que iba diciendo la fiscal. Escándalo y murmullo que de a poco dio paso a los sollozos, los gritos, a los llantos desgarradores de la madre y a los insultos y mil amenazas que el padre gritaba desde el otro lado de la sala. El martilleo del juez nos devolvió a esa paz tensa en la que estábamos antes. Después se leyó el informe del médico forense. desgarro de la arteria rectal media y perforación de la arteria sacra media, por medio de un objeto corto-punzante. Causa de muerte: hemorragia interna y externa. Recuerdo la cara del joven abogado que tenía la perdida misión de defenderme. Nunca él quiso mirarme a los ojos, ni siquiera las pocas veces que me habló directamente. A pesar de todo el hombre hizo un buen trabajo, o al menos eso se puede suponer, según los reclamos y gritos de injusticia que se escuchaban venir desde el otro lado de la sala. 15 años de presidio mayor, el precio de asegurar el ser el último hombre de su vida, el único en poseerla de verdad.


sabes lo que me encanta de ti
qué
que siempre encuentras la forma de hacerme sentir que todo estará bien
todo estará bien amor, confía en mí
aun me amas
siempre
y yo a ti amor, siempre…


Una ceniza encendida en su pie lo hizo reaccionar bruscamente, aunque realmente no hubo dolor alguno. Aquella sería la doceava marca de cigarrillo si es que hubiese podido en verdad dejar marca. Se levantó y buscó apoyo en la muralla. Estuvo ahí poco más de un minuto, intentando contener el terrible dolor de cabeza que le había entrado. Se acercó al lavabo para mojarse la cara y la garganta, pero al abrir la llave supo que por aquellas cañerías ya no circulaba nada aliviador. Levantó los ojos y vio en el espejo un rostro muy diferente al que recordaba. En aquellos tiempos era guapo, varonil, atlético, fuerte… de todo eso solo quedaba ahora el cuerpo famélico y felino de un hombre golpeado. Intentaba recordar el origen de cada cicatriz, de cada corte, de cada quemadura… en qué momento… cuándo… era difícil… cuáles le habían hecho otros, cuántas se había hecho el mismo. No lograba recordar. Ojos saltones… años de oscuridad. Recordó que tenía el cigarrillo en la mano y le dio una última gran aspirada, la cual contuvo un par de segundos en el pecho hasta que la densidad del humo lo hizo toser. Tosió durante largo rato, intentando quitarse el cosquilleo en la garganta y la punzada que sentía en el plexo solar. Sus costillas no podían resistir el martilleo incesante de esa poderosa tos. No había agua… sus piernas comenzaron a flaquear y sintió deseo de sentarse en el piso y apoyar la cabeza en la muralla. Seguía tosiendo y sintiendo que con cada sacudida se reventaban los vasos sanguíneos de su cerebro. Puso las manos en su frente, intentando contener la envestida de la sangre, mientras intentaba acomodar sus pies que quedaron tullidos en el pequeño espacio que ofrecían la otra muralla y la base del lavamanos. El olor ahí abajo era todavía más nauseabundo. Mierda, restos de sangre, vestigios de violencia, manchas de lujuria fácil se extendían por todo el piso, la puerta y las murallas del cuarto. Sintió nauseas e intentó en vano pararse. El recuerdo de un dolor terrible se le vino a la mente y no tardó mucho en hacerse real. Aquel dolor y el creciente deseo de vomitar lo hicieron considerar la idea de gritar para pedir ayuda, pero luego recordó que no sabía dónde estaba, ni con quién estaba, y que en ese estado era fácil víctima de cualquier cosa. Así que respiró profundo, apoyó la cabeza en la muralla he intentó relajarse... estuvo unos segundos así, intentando controlar la sensación que sentía justo en el centro del pecho, pero aquello crecía, como una bola de energía que amenaza con desparramarse violentamente hacia arriba, arrasando con todo a su paso. No pudo aguantar más y tosió con violencia, escupiendo una buena cantidad de saliva mezclada con sangre. La última vez había sido peor, aunque ya estaba resignado… claro… todos saben lo que les pasa en la cárcel a los violadores y asesinos de mujeres. No le importó demasiado en verdad, quizás tenía la secreta esperanza de que alguno de esos golpes mal puestos lo matara. Una semana completa escupiendo sangre, desgarro del conducto anal, fiebre, dos costillas fracturadas, mandíbula dislocada… a nada de eso le dio demasiada importancia el doctor. Ibuprofenos y reposo. Inacción… aún más tiempo para pensar… 15 años a solas consigo mismo. Qué mierda me habré metido, esto ya no es normal… llevaba tres eternos minutos con los ojos cerrados y jadeando cuando escuchó el murmullo, aunque en verdad no estaba seguro, pero volteó la cabeza como pudo y apoyó la oreja en la muralla para escuchar mejor. Sí, eran voces, voces que venían de la habitación de al lado. No lograba captar del todo lo que decían, pero discutían, un hombre y una mujer.


Te gusta ese weon cierto? Asúmelo
No voy a hablar eso ahora, viniste a buscar tus cosas no? Ahí están
Dime si te vai a meter con ese hijo de puta
No le digas así
Le digo como quiera al maricón de mierda ese
él en una semana ha sido mejor conmigo que tú en los últimos seis meses, y no, quédate tranquilo, solo somos amigos… no ha pasado nada aun entre nosotros.
Aun?
Aun.


HIJA DE PUTA MENTIROSA!! gritó mientras golpeaba la sólida muralla con las manos y la cabeza. Hija de puta mentirosa hija de puta mentirosa hija de puta mentirosa. Había dicho la hija de puta que ese día no fuera que tenía mucho que estudiar pero era nuestro día nuestro día especial aunque habíamos terminado aunque todo se había ido a la mierda seguía siendo nuestra fecha especial no no podía no ir a verla ese día no podía dejar pasar la oportunidad de jugarme la última chance de recuperarla de revivir sus sentimientos de decirle que sin ella ninguna puta cosa buena de la vida tenía sentido …claro… ese día fue… llegué a su casa su madre me dijo que había salido recién pero no me quiso decir dónde… la vieja culiá ya lo sabía todo… Caminé hacia el paradero pero no estaba ahí no estaba en ninguna parte tampoco contestaba el teléfono… a la mierda… ya me había hecho la idea de no verla... de regresar… hasta que se me ocurrió ir a buscarla a la plaza, a nuestra plaza…


Sintió ganas de vomitar y se aferró al retrete esperando que el olor lo ayudase en su propósito, pero nada, solo arcadas y toz. Un hilillo de sangre se deslizo desde su nuca, bajó por el cuello y dejó caer una pequeña gota en el agua amarillenta, tiñéndola de rojo. Su mano incrustada en el chaleco rojo, en el hermoso chaleco rojo que yo le regalé. Sentía que la cabeza le iba a estallar y metió las manos en el retrete para mojarse la frente con lo poco de agua que había. clavada en mi chaleco rojo Descansó unos minutos abrazando su trono, hasta que sintió de nuevo fuerzas para incorporarse y sentarse en él. El espacio era tan reducido que podía fácilmente apoyar su cabeza en la muralla que tenía de frente, justo por encima de los nueve círculos concéntricos que alguien había dibujado con un plumón. Un pequeño alivio sentía al apoyar su amplia frente en la húmeda y fría muralla. Se limpió la sangre coagulada del cuello, deshaciendo unos por uno los grumos entre las yemas de sus dedos. Quién sabe cuántas veces la hija de puta se metió con el weón en todo ese tiempo… y ahí estaban las rosas, las rosas que siempre ella me había pedido… rosas rojas como sus labios corruptos, como el chaleco al cual se aferraba la mano ajena, sin que ella la rechazara, sin que ella apartara sus labios de los de él… sin que le importara una cagada que hoy es nuestro día especial… y en la misma banca… en el mismo puto lugar. Pude haberlo hecho en ese mismo momento, encararlos, reventarle el hocico a patadas… pero ahí me quedé, mirando desde lejos, y no fui capaz de acercarme, no fui capaz de hacer ninguna mierda aparte de retroceder y caminar…caminar caminar caminar caminar caminar… no sé por cuantos pasajes, por cuantas calles caminé sin poder detenerme. Esa fue la única vez en toda mi puta vida que sentí mi corazón latir únicamente por el movimiento de mis piernas. Caminar con la calle cuesta arriba, sintiendo el peso de la angustia que amenaza con aplastarte a cada paso. Huir, huir de la desesperación, de la falta de aire, de esa pena tan grande que te hace querer caer de rodillas y vomitarla. Ella ya estaba con otro, quien sabe hace cuanto tiempo que estaba con otro… quien sabe hace cuanto se besaban… hace cuanto dejaba que su mano invadiera el chaleco rojo… cuando al fin me recuperé de la impresión y volví sólo estaba la banca vacía. Ningún rastro del chaleco rojo, ni del hijo de perra de pelo largo. Dejé las rosas en la banca e intenté llamarla por última vez. Este teléfono se encuentra apagado, por favor, deje su mensaje después del tono.

Si supiese el conchetumadre cuanto yo la amaba, si supiese el daño que me hizo al llevarse a la única persona que amaba de verdad en la vida. Pero según él también la amaba, también estaba enamorado de ella… ¿De qué mierda podría estar enamorado en un mes? ¿De su riza irónica? ¿De sus ojos vacíos? ¿De su falsa ternura? ¿De sus besos con sabor a semen ajeno? ¿De lo cómoda que quedan las manos en su cintura? ¿De lo fogosa que se ponía a menudo? ¿De sus besos chillones en la oreja? ¿De sus mordiscos en el cuello? ¿De sus besos demasiado húmedos en más de un sentido? Probablemente se enamoró de un buen par de tetas, de un cuerpo y un culo perfecto. Qué mierda pudo haber sabido ese hombre de amar a esa mujer. El no estuvo ahí desde el principio, no la atendió en sus crisis, no la vio desmayarse, no la abrazó en la noche para que se calmase, no se demoró meses en conquistarla para al fin llevarla a la cama y hacerle el amor… nada… el simplemente apareció a arrebatarme el único sustento de mi vida, lo único por lo cual podía sentirme orgulloso. Qué mierda podía saber de amarla nada weón nada se calentó con la mina y buscó el momento oportuno la debilidad el momento preciso para asestar el golpe… se aprovechó de un momento de debilidad de una pelea sin sentido pero el maricón magnificó todo le hizo creer que no era conveniente seguir conmigo que un weón así no vale la pena que ella se merece algo mejor que no debería sufrir por alguien que no la valora y bla bla bla MARICON CONCHETUMADRE todo se fue a la mierda por tu culpa todo todo todo weón a la puta mierda por tu culpa.


Las cañerías produjeron un ruido sordo, una especie de rugido metálico que le hizo vibrar el cerebro y la sangre de las venas. Cada vez se hacía más intenso, como el gemido de un moribundo ante las puertas del infierno… un tornillo se zafó, dejando que la cañería bailara y vibrara con absoluta libertad. Entonces no lo soportó más y compensó a golpear los metálicos tubos con el puño y con el antebrazo, y así siguió de forma frenética hasta que el ruido de pronto cesó. Pudo haberle sacado la mierda, pero no lo hizo… quizás hubiese sido mejor, quizás no se hubiese quedado con todo eso dentro… quizás no hubiese sucedido algo peor…


…Sabes lo que te hace especial entre todos los hombres mi amor
                 Que cosa amor
Esa carita hermosa con la que te quedas mirándome cuando estás contento… no cambiaría esos ojitos tuyos por nada del mundo mi amor. Aun te miro y recuerdo el día que nos conocimos. Estabas tan solito, tan triste ahí sentado. No tenías los ojitos que tienes ahora.
                Es que ahora en verdad puedo estar contento… antes todo era diferente, tú sabes, las cosas que pasaron. Desde ese día que te acercaste a hablarme creo que me salvaste la vida. Si algún día me faltas me muero
Nunca te faltaré
                   Nunca nunca?
Nunca.
           Dame un beso
Los que quieras





Se volvió a sentar y volvió a limpiarse la sangre que le brotaba de la nuca. La sucia luz de la ampolleta comenzó a ser cada vez más pequeña débil. En la penumbra, los dibujos de los muros cobraban nuevos sentidos… Ahora todo era café, café como el color de la sangre seca, o de la mierda seca. …siempre el mismo olor a mierda… Nunca fue en realidad una decisión tomada. Aun podía recordar la cara del hermano menor cuando supo que ya nunca volvería a ver a la mujer que amaba casi como a una madre… ese rostro fue el único que le perturbó y el único ante el cual sintió vergüenza creo haberlo visto hace poco… poco antes de llegar a este condenado lugar. Luego del juicio el tiempo se aceleró en una apresurada carrera hacia el vacío. 15 años para pensar… una eternidad en la agonía de las sombras y el recuerdo. Pero sí, después de 15 años meditándolo había que reconocerlo: fue un plan absolutamente estúpido. Tenía la férrea esperanza de no perderla, de salvar la relación de algún mágico modo. Nunca más contestó el teléfono, nunca más quiso comunicarse de ninguna forma… silencio absoluto, indiferencia absoluta… días, semanas… el tiempo se vuelve eterno cuando esperas sentado junto al teléfono la llamada compasiva que le dará un pequeño alivio a tu tormento, pero nada, nada de nada… mientras quién sabe qué cosas hacía con ese hijo de puta, qué cosas le prometía, qué cosas tiernas le decía… las mismas probablemente. La única vez que contestó fue solo para burlarse.


Ya deja de buscarme weón patético. Estoy feliz con él y no voy a volver contigo
          Como si en verdad lo amaras…
Lo amo, lo amo de verdad. Métete bien esto en la cabeza: él es mejor hombre que tú… él me da todo lo que necesito sin que yo le pida nada. Asúmelo, perdiste, me descuidaste y alguien mejor que tú llegó a mi vida.
          Y yo no daba acaso el mundo por hacerte feliz, acaso no dejé todo weón todo todo de lado por estar contigo? Weón cuantas cosas que tú bien sabes… qué no hice por ti… pero claro, ahora estás cegada con ese hijo de puta y ya nada de lo mío puede ser bello en tu memoria. No vas a responder? Al menos dime algo weón algo... al menos prométeme que no olvidarás lo bueno. Ya me dejaste me hundiste me cagaste... al menos promete que no me dejarás caer en el olvido.
…te voy a cortar, no me vuelvas a llamar.



Y cortó la muy desgraciada. Semanas completas esperando oír su voz. Una palabra de consuelo… algo que lo librara un poco del dolor… pero nada. Había que hacer algo, tenía que hacer algo...


Esa mañana fue particularmente bella. La última mañana radiante antes de que el invierno entrara con fuerza. Debía ser de día, de noche sus padres comenzarían a preguntarse por qué no llega. A las siete de la mañana ella saldría de su casa camino a la universidad, y necesariamente pasaría por el terreno baldío que estaba entre su casa y la parada del autobús. Ahí había que esperarla. Ninguna situación de espera se asemeja a la sensación de quien espera a alguien con un cuchillo en la mano, sin saber qué cresta hacer cuando aparezca, sin ni siquiera tener claro qué es lo que pretende. Solo sentía que debía hacer algo… al menos darle un susto, algo. Pero había que tomarla por sorpresa, así que estacionó el carro detrás de una muralla para no ser visto, salió, se apoyó en la puerta, encendió un cigarro, esperó. Los 15 años en prisión no fueron tan largos como esa espera, pero finalmente apareció. La vio aparecer por la izquierda y su corazón se aceleró como el corazón del condenado ante la silla eléctrica. Había llegado el minuto, ella estaba ahí, no lo había visto… pasaba caminando orgullosa como siempre, mirada en el horizonte, ignorándolo todo y a todos a su paso. Cuando él la tomó del brazo ella lo reconoció, e hizo el gesto de apartarse, pero la punta del cuchillo en el vientre y la orden “cállate y camina” la hicieron cesar en su intención. Algo le dijo cuando iban camino al auto… algo así como “no hagas esto, vas a cagar tu vida” Cállate cállate mierda y camina. Aún era muy temprano y al parecer nadie había visto nada, pero tenía la sensación de que ella podía adivinar el miedo en sus ojos. En efecto, probablemente él estaba más asustado que ella. Subió con ella a la cabina de atrás y comenzó a amarrar sus piernas con cinta adhesiva. No hagas esto por favor, aun estás a tiempo de arrepentirte… déjame ir y no diré nada… piensa bien por la cresta mira lo que est YA CÁLLATE MIERDA!! Y con ese golpe en su rostro selló el punto de no retorno. Ya la había golpeado, ya la había amenazado con un cuchillo, ya la había maniatado, sólo quedaba ponerle la cinta adhesiva en la boca, encender el motor y continuar. Si había una remota ocasión de arrepentirse y abandonar el plan aquella se acababa de esfumar. Ya el camino estaba avanzado y solo quedaba seguir en él, pase lo que pase…


Mientras conducía pensaba en un buen lugar, el lugar solitario donde no sabía con certeza que mierda iba a hacer, pero había que darle una lección, eso era lo que había que hacer. Sus manos temblaban mientras que por el retrovisor sus ojos vigilaban que ella se quedara acostada y no se levantara de los asientos traseros. Que blanca se veía su piel en la diáfana luminosidad de aquella mañana. El sol hacía brillar sus gafas oscuras, y desde afuera, parecía un conductor normal… todo era estremecedoramente normal, y a pesar de lo hecho ni siquiera él mismo lograba verse como un futuro asesino. Calles, semáforos, vehículos, postes, señaléticas, gente caminando… todo pasaba en una parsimoniosa sucesión de imágenes inconexas, desprovistas de todo sentido de continuidad. Recordó el galpón abandonado, aquel lugar donde hicieron por primera vez el amor después de la fiesta de graduación. Allí decidió que debía llevarla. Acostada ahí atrás, tranquila, inmóvil… casi le daban ganas de preguntarle a donde quería ir, de ignorar todo lo que había pasado y aprovechar esa hermosa mañana de alguna forma. Estacionó en el interior mismo del galpón, en la parte más oscura, salió del vehículo y abrió la puerta trasera, pero una patada de ella lo impulsó hacia atrás, y en vano ella intentó incorporarse y calló bajo el asiento. Entonces recordó el cuchillo cálmate mierda cálmate… si quieres vivir coopera. Solo quiero que me pidas perdón por toda esta mierda que me has hecho pasar y que me des un beso… un último beso como antes, vale? Todo va a estar bien. Creo que nunca la había visto tan hermosa como en ese momento... Le quitó la cinta y le dio un beso en la boca, pero ella no lo respondió. Dame un beso dame un beso como antes por la puta… no me mires así… deja de mirarme… deja de mirarme de esa forma o te corto el cuello… si hubiese dejado de mirarlo así no la hubiese golpeado tanto, pero no dejaba de mirar de esa forma, la misma mirada de siempre, fría, orgullosa, terca… si hubiese mostrado un mínimo de sumisión… pero no, aun con el cuchillo en el cuello no se dejaba doblegar. Claro, ella podía ver su miedo, podía sentir su angustia. Sabía que no se atrevería a nada, no era capaz. Date vuelta, te voy a violar. La volteó bruscamente, dejándola boca abajo. Con el cuchillo rompió el pantalón y la ropa interior, dejando sus nalgas desnudas. Se bajó los pantalones y comenzó a frotar su pene contra ellas, pero el nerviosismo le jugó una mala pasada. Le golpeó las nalgas para observar el movimiento que siempre le había gustado, mientras ella permanecía en un silencio absoluto. Por más manoseos y roces no lograba alcanzar la rigidez suficiente. Sentía que el corazón se le salía por la boca y que en cualquier momento le daría un infarto. Sentía que ella se burlaba de él, de su nerviosismo, de su incapacidad de penetrarla. Probablemente era él el que estaba dando lástima, no ella, que a pesar de estar amarrada y con el trasero al descubierto seguía luciendo soberanamente bella, controlada y orgullosa. Pero había que seguir… no podía echar pie atrás… metió el dedo índice con toda su fuerza entre sus glúteos, y ella se estremeció levemente, pero fue suficiente para excitarlo, para sentir que había hecho flaquear en parte su espíritu. Mientras la penetraba con el dedo se tocaba el pene con la otra mano, hasta que alcanzó la rigidez suficiente. Entonces sacó su dedo, puso su cadera sobre la de ella y la penetró lentamente, disfrutando cada centímetro de avance en la estrechez de su cuerpo. Te gusta esto putita te gusta??ah?? esto es lo que querías?? Apuesta a que con ese conchesumadre no disfrutas hacerlo como lo disfrutas conmigo. Algo le decía en cada embestida… pero ella permanecía inalterable… la cara de lado contra el asiento del coche, sus hermosas nalgas, su hermoso cuerpo inalterable… y ella no se quejaba, no gemía, no demostraba nada… como si su miembro no fueran nada… como si nada de su masculinidad pudiese interesarle… ni dolerle, ni siquiera afectarle... ni siquiera importarle…


Dime si te gusta que te den por el culo putita de mierda… háblame.
Termina rápido y déjame tranquila.



Esa fue su respuesta. Había fracasado… por más que le abriera el culo no la podía poseer… seguía siendo igual. Hermosamente malvada, sarcásticamente bella… seguía teniendo unas tetas hermosas, un culo imperturbablemente perfecto. No, esto no era una violación, no era nada… simplemente ella lo estaba dejando hacer lo que quisiera, por simple lástima. No había interés, no sentía nada, ni siquiera miedo. Nada. Para ella no era nada. Seguía siendo la misma irresistible perra orgullosa de mierda que no quiso volver a sus brazos… le puso la mano con firmeza en la boca, sacó su pene, tomó el cuchillo y se lo metió con toda su fuerza. Y entonces sí, ocurrió lo que tanto esperaba. Su cuerpo se estremeció completamente y un largo gemido se dejó oír a través de sus firmes dedos. Sacó el cuchillo y volvió a penetrarla, sintiendo como se estremecía de dolor ante cada embestida de su pene.Ahora si putita, Ahora te gusta?? Tenía su mano firmemente aferrada a su boca, atrapando su cabeza contra su pecho. Con la otra mano le rompió la blusa y liberó uno de sus senos, apretándolo, aprisionándolo con fuerza mientras retenía en su mente la imagen de esa otra mano y el chaleco rojo, mientras ella se retorcía y gemía intentando liberarse del roce infernal que habría cada vez más la profunda herida. Sentía sus manos intentando liberarse por debajo de su cuerpo, pero era inútil, estaba bien amarrada y el peso de su cuerpo no la dejaba escapar. La sangre ofrecía una extraña sensación viscosa, un calor visceral que fluía desde sus entrañas, humedeciendo su pelvis y derramándose delicadamente por sus testículos y muslos, avivando con el calor de cada gota de sangre el diabólico y fogoso deseo de quien busca placer y venganza. Me encanta tu culito mi amor, me encanta me fascina… ay que rico mi amor ya me falta poco… voy a acabar… ay ayyyy… ooohh... No sólo el músculo pubocoxígeo, sino todos, todos los músculos de su cuerpo se contraían y relajaban en movimientos espasmódicos, salvajes, inundando su cerebro con una avalancha de irresistibles estímulos nerviosos. Explosión de placer. Orgasmo violento y delirante, que lo tuvo varios segundos jadeando con la nariz incrustada en sus cabellos. Sintió como su semen se mezclaba con la dulce sangre que chorreaba entre sus piernas, el abrazo delicioso de la blanca vida y la muerte escarlata… y entonces lo sintió. Antes le había hecho un par de veces el amor por atrás, pero nunca lo había sentido… ese olor a mierda, el olor de la mierda que comenzó a caer por montones, mezclada con cuajos de sangre y semen. El olor lo hizo volver en sí. Ella permanecía blanca, totalmente quieta, mientras la sangre chorreaba por sus piernas, mezclándose con la mierda líquida que manchaba el asiento. Amor despierta no te quedes dormida por favor… ayúdame por favor tengo que llevarte a alguna parte… estás mal… ay no por favor por la cresta reacciona amor, abre los ojos por favor…intentaba hacer algo pero la sangre y la mierda lo manchaban todo. Sus manos, su ropa, su blanca carne… todo corrompido por el acto que él y nadie más que él había realizado. Y luego la desesperación, una presión horrible en el pecho, la falta de aire y el deseo de cambiar mágicamente ese terrible panorama. Pero el olor de lo hecho lo inundaba todo. el mismo, el mismo olor que tiene este baño. Y se me iba… se me iba entre los brazos… la hemorragia avanzaba rápido, inundándolo todo... su cara palidecía, sin que mis caricias, sin que mis besos pudieran alcanzarla.





Reacciona mi vida por favor, no te mueras, no me dejes…










yo no quería que eso pasara... 

yo te amaba... por qué cresta me obligaste a hacer eso.




Quizás fueron unas 5 horas o quizás un poco más. Lo cierto es que ya estaba atardeciendo cuando despertó, abrió los ojos y vio su pálido y hermoso rostro frente a su cara, iluminado por un débil rayo de luz anaranjada. Sus cuerpos seguían abrazados, y sintió deseos de apretarla contra su pecho y besarla, pero ella ya estaba fría. Lo sacaron a punta de pistola del vehículo, lo hicieron tirarse al suelo, lo esposaron y rápidamente lo subieron al carro policial. Esa fue la última vez que durmió con ella, la última vez que sintió su suave piel junto a la propia. Luego de eso la prisión, las visitas del abogado, la espera, el juicio. Durante mucho tiempo conservó en sus manos la sensación de su piel suave y fría… sus brazos envolviendo su cintura… su boca junto a su boca...


Tocó una vez más la sangre seca de su nuca y entonces comenzó a comprender. Sus ojos volvieron a explorar esas cuatro paredes tan familiares como si en ellas estuviese desparramada su historia, como si fueran los muros de una habitación escondida justo detrás de su frente. Siguió un rato mirando sin mirar hasta que sus ojos se detuvieron, con todo el desánimo del mundo, en la puerta. Miró las marcas de arañazos y golpes y casi pudo imaginarse a él mismo ahí, golpeando y arañando, forcejeando, luchando por salir. Ese fue el gran pecado, ese fue el principio y el fin de todo. Nunca quise olvidar la traición, nunca quise olvidar la sensación de su cuerpo, nunca intenté olvidar nada de lo vivido. Me aferré a las escusas, me aferré a la justificación de mis actos para no perdonar, para no perdonarla, y de paso, para no perdonarme. Me entregué a la espera, me entregué a una vida de sombras y recuerdos y me esforcé por mantener encendida a fuerza de justificaciones la amarga hoguera de la culpa. Salí de la cárcel y seguí buscando emociones pasajeras, sucedáneos de placer, vivencias inconclusas, violencia por gusto, vagas sensaciones con las cuales pude seguir alimentando mis recuerdos. Ahora ante esta puerta sin manilla recién lo vengo a entender. El gran error al fin revelado ante mis ojos: Nunca busqué una salida. Me quedé en la frustración de perderla, me quedé en los celos, en el odio, me quedé luego en una culpa camuflada de rencor, me quedé, me quedé en la maldita inacción... error fatal... la inacción es lo peor cuando uno quiere salir de esos estados, pero lo olvidé. Siempre hay una salida, siempre que se quiera encontrar, pero yo no quise, preferí quedarme, busqué esconderme en mi pecho, elegí hundirme lentamente como un cuchillo en el ombligo y al fin toqué fondo. La caída del telón, las luces apagándose y el único actor retirándose sin aplausos... 

...o quizás si, solo uno: mi propio reflejo aplaudiendo desde el fondo del espejo.



Hola, está ocupado este asiento
No, adelante
Gracias, eres nuevo aquí
Si
Y siempre estás tan solo?
Creo que si…
No deberías sentarte siempre solo, desde ahora si quieres puedo hacerte compañía
Me encantaría



La luz del baño siguió decayendo hasta que se desvaneció completamente. Secó la sangre que caía por su cuello y encendió el último cigarrillo en la oscuridad. Unos pasos se acercaron desde afuera… alguien golpeó la puerta.


-Está ocupado…


Del otro lado ignoraron su respuesta y siguieron golpeando


-Que está ocupado!!


Después de unos segundos golpearon más fuerte, casi como golpeando en su propio pecho. Abrió los ojos y logró ver a un hombre extraño que intentaba reanimarlo y una mujer que lloraba.



Váyanse a la mierda…




                                              [hora del deceso 4:48 am.]






La puerta se cerró con llave desde afuera. Los pasos se alejaron hasta desvanecerse y entonces el silencio, el silencio que solo fue interrumpido por el ronco lamento de las tuberías, sosteniendo apenas el amargo fluir de sus pensamientos.





6 comentarios:

  1. Yo no soy quién para decir nada, pero sí soy alguien para decir que la palabra "mierda" se repite 50 veces. Carpe noctem.

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  2. Sí, es apropósito. Forma parte de la estética ;)

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    1. cuático, lo sospeché. Cumple su función de viciar la atmósfera.

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  3. Aparte es la muletilla del personaje, representa su obsesión y estado mental y además es el motivo principal del cuento. Ningún sinónimo sirve, sólo la palabra mierda tiene el campo semántico lo suficientemente amplio para abarcar todos los aspectos de la vida del personaje.

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  4. Espectacular! Que intriga mas grande sentía al leer cada párrafo, añoraba llegar al final de la historia. Armar cada puzzle del cuento fue espléndido...
    Diego, felicidades!!

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