jueves, 24 de abril de 2014

CONFESIONES.


Si, en esa maraña vertiginosa entre de a poco sin darme cuenta. No sé porqué. En volá fue la desaforada impaciencia de su boca, o el roce eléctrico de su mano en la mía. Confieso que en un comienzo el impetuoso impulso somático de tenerla, de poseerla, me hizo mover piezas indebidas del tablero. Como sea, caí, más profundo de lo que mi estructurado plan de acción había previsto. Pero con el tiempo me acostumbré, demasiado rápido quizás. No sé en que punto el intrincado raciocinio dio paso al dopaje etéreo del amor. Es cierto, siempre me consideré inteligente, no más inteligente que el resto, pero si una inteligencia especial, mía, la cual no me salvo del soberbio laberinto. No sé que fue en verdad, lo que si comprendo es que fue extrañamente diferente, y fue eso quizás, el desconocimiento ante lo distinto, lo que me hizo acrecentar la lista de la estupidez. Había una paz anaranjada que flotaba en aquellos días, y mi rostro lluvioso despejaba cuando ella sonreía, cuando ellas sonreían. Y si, lo confieso, fui feliz, pero feliz de verdad. No esa felicidad efímera que abunda en los estados de facebook. Felicidad auténtica, esa que se parece a la morfina. Terrenal ambrosía la de sus labios inquietos. Noches enteras de conversaciones triviales, risas bobas, proyectos fabricados en palabra y miel. Mejor está el hombre que no ha conocido esa wea que llaman felicidad, pues no le hará demasiada falta en su desventura. Mas pobre de aquel que de un segundo a otro ve quebrarse los débiles cimientos de lo que cree ser su razón de existir. No estoy seguro si logré coger en mi mano aquello que los poetas han llamado amor, ni sé tampoco qué tan enamorado pude estarlo. Aun la tecnología no ha logrado determinar una escala precisa para medir en un espectro más o menos inteligible aquellas ideas abstractas comprendidas en la palabra sentimiento, aunque en mi caso quizás hubiese bastado un barómetro en la oscuridad de mi cuarto, o un amperímetro situado entre ambos cuerpos. En fin, por contraste con mi actual situación puedo decir, en pleno uso de mis facultades mentales, que en aquellos días fui feliz, al punto que generé dependencia e incluso síndrome de abstinencia. Pero de un momento a otro todo se fue a la mierda. El sin sabor de sus besos postreros indicaban una fractura profunda a niveles más profundos que la carne. Besos con sabor a pasado, polarización errónea, desastre sentimental latente en abrazos fingidos y confusión patológica de amor, odio y olvido. El malestar llevó al quiebre de todo intento posible, y después la abstinencia, la asquerosa sensación de pérdida y todas esas weas que ustedes también deben conocer. Y aun así el reintento, la verborrea imprecisa con la que intentaba en vano describir su insalubre confusión mental, las ganas de hacer después de 5 meses lo que Jesús hizo al tercer día. Proyecto condenado al fracaso. Error de ingeniería numero uno: levantar estructuras en terrenos de mal sustento. Y al fin después de tanto tiempo una luz de razón barrió en un soplo la estupidez: A la mierda contigo. Voluntariamente quise rehabilitarme y de golpe dejé de frecuentar su casa. Abandoné mi ilusa esperanza de cambio y me alejé para siempre de sus caderas antropófagas. Ahora, en completa sobriedad y limpio ya de todo estupefaciente sentimental, puedo decir que estoy mejor así, sin nada que me recuerde el estúpido soponcio multicolor de aquellos días. Pero en nada de lo dicho y confesado reside lo peor. Lo peor es que más temprano que tarde caeré de nuevo en la estulticia amorosa, traicionaré esta clara lucidez y abrazaré el delirio, la dulce perdición de un amor inyectado directamente en mis venas.

martes, 22 de abril de 2014

Compartiendo un pito con mi perro

Mi perro me miraba hacia rato
 y no me había dado cuenta.
Miraba el perro con curiosidad sana
aquello que tal silbido provocaba.
Pero pesado es el ojo del perro
gravedad propia lleva integrada.
Sentí de lejos su presencia
y noté que me miraba.
con humildad bajó el hocico a la pata
y caché en su gesto una humana tristeza.
Alargué mi mano a su cabeza
queriendo sobar su pena mala
¿qué pasa pepito, está bajoniao perrito?
y respondió con la misma cara
con la que hacia rato me miraba.

Compartamos yerba buena Pepito
que corra el humo sanador de las almas.

Estiré las rodillas un rato
y Don Pepo de abajo me miraba
Sus ojos grandes, nocturnos
su rostro  largo y delgado
Su cuerpo escuálido, sus orejas caídas
Su pelo mal cortado, blanco y manchado.
Casi era perceptible como tiritaba
tendí manto sobre lomo, y puse manos a su espalda.

Como no estar triste po perro
si eres el único perro entre tanto gato.
Ya quisieras tú revolcarte en la casa
y subirte a las piernas de cualquier humano
pero no, el perro siempre afuera,  condenado al ostracismo.
Su imagen blanca parece espejismo
fantasma errante del oscuro patio.
y que no te vaya a lamer el perro
y que no se te salga cuando cuando salgas a comprar.
y que no le hagas cariño que se mea!!
Pobre Pepito ¿que culpa tienes de tu incontinencia?
quizás enfriamiento sea, quizás la indiferencia.

Brillan tus ojos de criatura simple.
mirando como juega Felipe con mi zapato
a ratos como queriendo suspirar exhalas
 y cosechas en tus orejas sonidos lejanos.
Y con el tiempo detenido en tu pelaje
comprendo tus ganas de ser como el gato.

Todos queremos ser como los gatos Pepo,
todos queremos ser como los gatos.

Muro no es una palabra amarga en la lengua del gato.
Obstáculo es un concepto chistoso para el gato.
Pero para el Pepo todo es muro, y la puerta su mayor obstáculo.
Entra esta noche perrito
Pero antes contemplemos juntos las estrellas
y persigamos en silencio los misterios lejanos.

El tren revienta en su grito la noche
y alza Don Pepo su altivo semblante,
silva el viento en su cabeza pequeña
y aúllan compañeros de colas distantes.

martes, 3 de diciembre de 2013

The Bathroom




“Siempre el mismo olor a mierda”, se repetía a si mismo mientras refregaba obsesivamente su pene bajo el débil e irregular chorro de agua turbia que ofrecía la llave. En su vida había sentido el olor de mucha mierda ajena, pero estaba seguro que la mierda de hombre siempre huele diferente. A veces un olor repugnante, a veces un tanto más tolerable, pero siempre diferente. En cambio el olor a mierda de mujer es siempre el mismo, siempre el puto mismo olor, salga del culo que salga. Ya no recordaba hace cuánto tiempo había cerrado la puerta del baño ni recordaba en qué momento se había bajado los calzoncillos y había comenzado a quitar de su glande ese puto olor. Lo único en lo que podía pensar en ese momento: su glande estaba amarillento, pálido, agrietado y algo amarillento… demasiado amarillento. Quizás los años en la cárcel lo habían dejado así, o quizás la mina con la que había estado recién. Pero ¿con quién mierda había estado recién? Ni puta idea, pero de seguro era una mujer, por ese olor inconfundible. Por más que refregara solo conseguía empequeñecer su miembro bajo el agua fría. El color no se iba, el olor tampoco.


Levantó la cara y mojó el pequeño espejo para limpiar las manchas blanquecinas y el polvo que lo cubrían. Miró sus ojos, rojos, y su cara pálida como la muerte. Probablemente había fumado marihuana, o quizás se había metido ácido y había bebido más de la cuenta. Mirando su cara intentaba reconstruir el panorama que lo condujo a ese baño, pero los indicios eran pocos. Lo único que era evidente es que había consumido más de una cosa y en bastante exceso, por el aspecto espectral que tenía su rostro. Aunque tampoco bueno y sano se veía mucho mejor. Más que mal, 35 años es una edad considerable, y más si has pasado 15 de aquellos en la cárcel. Pero qué se le va a hacer, ya estaba allí, y ahora había que hacer el esfuerzo de intentar recordar como mierda llegó a ese lugar. El cuarto tampoco ofrecía muchos indicios. Solo se podía inferir que el edificio debía ser tan antiguo como aquel cuarto del demonio. Los muros lucían una pintura blanca, agrietada y amarillenta, manchados con toda clase de material orgánico humano. Cañerías de cobre trepaban desnudas por uno los muros, formando ángulos cerrados, estremeciéndose frecuentemente ante el paso de su contenido, como las venas de un heroinómano. En el centro se encontraba el escusado, de aquellos antiguos que tienen el estanque en alto, y más allá (no mucho más alla) un desnivel en el piso, un muro con cerámicas blancas y una salida de agua hacían suponer que alguna vez aquello fue una ducha funcional, y no una bodega de útiles de aseo como lo era ahora. Sobre la rumba de escobas y trapeadores había, casi tocando el techo, un extractor de aire, único contacto con el exterior aparte de la puerta, el cual, por supuesto, ya no funcionaba. Una ampolleta colgaba por encima de su cabeza por medio de un cable blanco y otro rojo, ofreciendo una luz sucia y débil que daba a su rostro un tono aún más decadente. Era inevitable preguntarse porque mierda había entrado a aquel baño que se mostraba evidentemente en desuso, pero también la respuesta era fácil. Bastaba con morderse el labio y notar el hormigueo un tanto placentero que producía la presión de los dientes, o tocarse la cara y sentir la piel como un pedazo de cuero inerte sobre la estructura ósea que la sustenta. Por alguna razón, siempre que estaba así y había un espejo, terminaba jugando con la piel de su cara, estirando los surcos de sus arrugas, hundiendo aún más sus chupadas mejillas o tocando sus delgados y agrietados labios con la yema de los dedos. Era quizás lo mejor de toda esa mierda, las sensaciones, el roce exquisito de la piel contra la piel, de su piel contra su piel, o de su piel contra otra piel, contra la piel de ella...

El sonido ronco de la cañería lo sacó de su estupefacción. Al parecer la presión del agua había bajado porque ya no salía casi nada. La cerró para evitar el ruido molesto y sin pensarlo se sentó en el retrete. Error fatal. La inacción es lo peor cuando uno quiere salir de aquellos estados y pensar con claridad, pero lo había olvidado y sin pensarlo se sentó. No había caso de intentar pararse, la pesadez del cuerpo y la languidez de sus piernas era combinación suficiente para ni si quiera darse la molestia de intentarlo. Además no tenía sentido, pues desde allí veía perfectamente que la puerta no tenía la manilla interna, y que por ende no podría llegar y salir. Mejor sentarse, sentarse y pensar. Al menos al sentarse dejo de sentir la molestia que hace rato sentía en la espalda y en la nuca. Se llevó ambas manos a la nuca y sintió algo viscoso: Sangre, sangre coagulada. Se buscó en la cabeza y en el cuello alguna herida fresca pero no encontró ninguna, aunque si tenía una jaqueca considerable, de la cual recién se había percatado. Quizás se había puesto a pelear, pero con quién, y porqué... ¿Cuantos días llevaba libre? No muchos. Pensando en las pocas cosas que recordaba haber hecho en los últimos días no llevaba más de un mes libre. Había visitado a su madre, probablemente solo por cumplir. Sabía que ella no lo recibiría, y en efecto, no lo recibió. En prisión había hecho un amigo que salió un par de meses antes. Él lo acogió en su casa y le presentó algunas amistades. Pura gente basura. Delincuentes, drogadictos, mujeres fáciles... al menos se sacó las ganas de 15 años con la pendeja culona que conoció en el cumpleaños de nosequién. Que mina más rica, tenía un cuerpo parecido… pero le faltaba el orgullo, la inteligencia y el rostro altivo. Además era mucho más morena. Antes no era así, claro, nada era así, pero ahora poco importaba. De todos modos la pasó bien con ella, y no le costó demasiado esfuerzo. En la primera noche ya le había hecho todo lo que puede hacerse entre un hombre y una mujer. Después de 15 años entre hombres y demonios no había nada como las redondas y generosas nalgas de una muchacha. Intentaba recordar cómo se dieron las cosas, paso por paso… qué se hizo primero, qué se hizo después. Era inútil, los pensamientos se perseguían y se fagocitaban los unos a los otros, en una carrera incesante de recordar y olvidar, pasando de un pensamiento pequeño a otro más grande que lo contiene, y así, hasta que la amplitud se vuelve inabarcable, y entonces el silencio. Generalidades, todo se reducía amplificándose hacia una perfecta y basta generalización de todo cuanto pudiese pensar o recordar en ese momento. Nada de detalles, solo algunas imágenes, sonidos, sensaciones aisladas grabadas en alguna parte de su consciencia. Pero estuvo con ella ahí, había evidencia de aquel logro. Aun haciendo un gran esfuerzo mental podía visualizar sus manos bajando lentamente su ropa interior, revelando de a poco la imagen, el bello trasero de ella dispuesto para él. No había nada como esa sensación. La sensación de la carne cediendo ante la carne que de a poco se hincha acercándose a las puertas de un dolor delicioso… y el sonido, el sonido de la carne separándose de la carne… como el sonido de una boca que se abre lentamente muy cerca de la oreja. Penetrar siempre es placentero, con un dedo, con el pene o con el cuchillo… quien sabe porque mierda es así. Quizás sea por el placer de intervenir violenta y bruscamente en el cuerpo del otro, invadirlo… y prosperar en su dolor. Probablemente pocas o ninguna mujer conoce el verdadero fin y placer que busca aquél que le pide prestado el culo. Claro, es fácil decirle que tiene un culo muy bonito, que te excita demasiado. Es fácil hacerla sentir sexy, deseada, decirle lo que sea necesario decir, contar que ella misma desee entregarse por voluntad y deseo propio a la tortura. Pero más que la exquisita presión, las palpitaciones, más que el placer físico y terrenal de doblegar un esfínter, más que la fiebre y los espasmos musculares… se trata de dominación. La posibilidad de ejercer en el cuerpo del otro una agresión permitida, aceptable y deliciosamente sexual. Aquél es el deleite verdadero. Violencia y sexo, ambas prohibiciones realizadas en el bonito culo de una joven muchacha. Una suerte de venganza, quizás, de todo cuanto se pueda odiar en ella, o en ellas. Mientras más joven, más inocente, más queda una estampa imborrable en su vida. Tu propia marca. Pero claro, no tiene sentido vengarse de quien es inocente, a no ser que ella pague las culpas de otra. Corromper, manchar, marcar… ¿Por qué mierda les importa tanto marcar? Manchas de mierda esparcidas con la mano en la muralla. Olor a orina, rastros blanquecinos… cualquier cosa les sirve para indicar que estuvieron aquí. Este baño tiene más mierda en sus murallas que todos esos culos juntos. Es extraño… como de pronto los pies comienzan a vibrar cuando te quedas quieto, como si un ejército de hormigas subiera desde tus pies hacia tus rodillas… el pavimento está demasiado frío, demasiado húmedo…. ¿Será el frío una energía también o una falta de todo lo que puede entenderse como vida? Quien mierda sabe. Tengo frío y solo tuve la ocurrencia de ponerme los calzoncillos y la camisa. No pude terminar de vestirme… por alguna razón tuve que salir corriendo… ¿Por qué fue? No puedo recordarlo… pero bien culona era la chiquilla… se notaba que nunca lo había hecho, pero ella quería aparentar que sí. Quería demostrarme que era experimentada, que sabía complacer a “un hombre de tu tipo”. No fue necesario ningún esfuerzo: cayó por su propio discurso y ganas de aparentar. Pero orgullosa también la pendeja de mierda, nunca chilló, pero al menos se le notaba en la cara, la cara adolorida y los espasmos ante cada embestida la delataban…


…a ella nunca se le notó en la cara, nunca… nunca…

El impacto de su puño contra la muralla lo hizo abrir bruscamente los ojos y por poco el sobresalto lo puso de pié, pero el impulso no fue suficiente para levantar su inclinado cuerpo, y cayó pesadamente sobre el retrete… no hay que quedarse, quieto, ni dormido… trató de mover los brazos para liberarse de esa presión en sus hombros. Luego buscó con los ojos algo que mirar, hasta que los detuvo en sus pies. Que pálidos se veían. Buscó temblando sus cigarrillos en el bolsillo de la camisa mierda quedan dos no más. Sacó uno y lo encendió con el encendedor que aquél tipo olvidó reclamar. Parece un mapa… exhaló una gran cantidad de humo mientras miraba el espacio de 33 centímetros que separaba sus pies. Siempre le había gustado la cartografía, era una de sus materias favoritas en la Universidad, y en la cárcel siempre pasaba largos ratos mirando las grietas del piso, imaginando que eran los lechos vacíos de grandes ríos, rodeados de verdes bosques, representados por el musgo y los hongos del húmedo cemento. Quince años en la cárcel y aun afuera sigo atrapado… paraísos vegetales en el pavimento muerto, nada más. La gran grieta que partía desde el borde de la ducha se dividía bajo su pie izquierdo en dos líneas casi perpendiculares, una de las cuales encontraba su fin poco antes de tocar el muro, mientras que la otra se bifurcaba aún más en una especie de delta que desembocaba en su pie derecho. Tenía la esperanza de levantar el pie y encontrar algo que representase el mar, pero el delta de la gran grieta desembocaba tristemente en el vacío. el mar, la promesa de otros mundos. y habia algo trás el horizonte? porque una S? porqué una S es lo que dividía el viejo y el nuevo mundo? me hubiese gustado vivir esa 

época lanzarme a la aventura dejar atrás a todos los weones y viajar a un nuevo mundo un lugar donde nadie me conoce Donde podría encontrar la muerte pero a fin de cuentas un lugar donde nadie te manda a la cárcel por culearte y degollar a una india... cuanto tiempo ya? 15 años sin ver el mar… la última vez había sido con ella, aquella vez en que en la playa le dijo que ya las cosas no eran como antes, que se sentía insegura, descuidada… que tenía miedo de desenamorarse de él… No era razón para que la maraca se acostara con otro, que se fuese con otro y que le entregara todo su ser a otro… nunca hubo una razón real para que hiciera todas las cosas que hizo luego de ese último viaje al mar. No había razón para ser tan cruel… y el hijo de puta jamás me dijo nada… la segunda y última vez que lo vi fue en el juicio, cuando distraídamente miraba a la gente que entraba a la sala… lo reconocí por esa chasca larga y ese bigote de maricón que le gustaba usar. Me miró como quien mira un condón usado y se sentó varias asientos más allá. Lo hermoso fue la otra mirada, la mirada de espanto, de asco y de miedo con la que me miró cuando la fiscal describía en perfecto detalle y prolijo lenguaje, parte por parte el procedimiento del crimen. Fue solo un segundo en que me volteé y lo sorprendí mirándome así… luego de eso el maricón bajó los ojos y no los volvió a subir jamás. Un sonido de mierda se empezó a formar en la sala, que hasta ese momento se había mantenido en silencio… primero un murmullo, una lenta batahola de voces comenzó a reaccionar ante todo aquello que iba diciendo la fiscal. Escándalo y murmullo que de a poco dio paso a los sollozos, los gritos, a los llantos desgarradores de la madre y a los insultos y mil amenazas que el padre gritaba desde el otro lado de la sala. El martilleo del juez nos devolvió a esa paz tensa en la que estábamos antes. Después se leyó el informe del médico forense. desgarro de la arteria rectal media y perforación de la arteria sacra media, por medio de un objeto corto-punzante. Causa de muerte: hemorragia interna y externa. Recuerdo la cara del joven abogado que tenía la perdida misión de defenderme. Nunca él quiso mirarme a los ojos, ni siquiera las pocas veces que me habló directamente. A pesar de todo el hombre hizo un buen trabajo, o al menos eso se puede suponer, según los reclamos y gritos de injusticia que se escuchaban venir desde el otro lado de la sala. 15 años de presidio mayor, el precio de asegurar el ser el último hombre de su vida, el único en poseerla de verdad.


sabes lo que me encanta de ti
qué
que siempre encuentras la forma de hacerme sentir que todo estará bien
todo estará bien amor, confía en mí
aun me amas
siempre
y yo a ti amor, siempre…


Una ceniza encendida en su pie lo hizo reaccionar bruscamente, aunque realmente no hubo dolor alguno. Aquella sería la doceava marca de cigarrillo si es que hubiese podido en verdad dejar marca. Se levantó y buscó apoyo en la muralla. Estuvo ahí poco más de un minuto, intentando contener el terrible dolor de cabeza que le había entrado. Se acercó al lavabo para mojarse la cara y la garganta, pero al abrir la llave supo que por aquellas cañerías ya no circulaba nada aliviador. Levantó los ojos y vio en el espejo un rostro muy diferente al que recordaba. En aquellos tiempos era guapo, varonil, atlético, fuerte… de todo eso solo quedaba ahora el cuerpo famélico y felino de un hombre golpeado. Intentaba recordar el origen de cada cicatriz, de cada corte, de cada quemadura… en qué momento… cuándo… era difícil… cuáles le habían hecho otros, cuántas se había hecho el mismo. No lograba recordar. Ojos saltones… años de oscuridad. Recordó que tenía el cigarrillo en la mano y le dio una última gran aspirada, la cual contuvo un par de segundos en el pecho hasta que la densidad del humo lo hizo toser. Tosió durante largo rato, intentando quitarse el cosquilleo en la garganta y la punzada que sentía en el plexo solar. Sus costillas no podían resistir el martilleo incesante de esa poderosa tos. No había agua… sus piernas comenzaron a flaquear y sintió deseo de sentarse en el piso y apoyar la cabeza en la muralla. Seguía tosiendo y sintiendo que con cada sacudida se reventaban los vasos sanguíneos de su cerebro. Puso las manos en su frente, intentando contener la envestida de la sangre, mientras intentaba acomodar sus pies que quedaron tullidos en el pequeño espacio que ofrecían la otra muralla y la base del lavamanos. El olor ahí abajo era todavía más nauseabundo. Mierda, restos de sangre, vestigios de violencia, manchas de lujuria fácil se extendían por todo el piso, la puerta y las murallas del cuarto. Sintió nauseas e intentó en vano pararse. El recuerdo de un dolor terrible se le vino a la mente y no tardó mucho en hacerse real. Aquel dolor y el creciente deseo de vomitar lo hicieron considerar la idea de gritar para pedir ayuda, pero luego recordó que no sabía dónde estaba, ni con quién estaba, y que en ese estado era fácil víctima de cualquier cosa. Así que respiró profundo, apoyó la cabeza en la muralla he intentó relajarse... estuvo unos segundos así, intentando controlar la sensación que sentía justo en el centro del pecho, pero aquello crecía, como una bola de energía que amenaza con desparramarse violentamente hacia arriba, arrasando con todo a su paso. No pudo aguantar más y tosió con violencia, escupiendo una buena cantidad de saliva mezclada con sangre. La última vez había sido peor, aunque ya estaba resignado… claro… todos saben lo que les pasa en la cárcel a los violadores y asesinos de mujeres. No le importó demasiado en verdad, quizás tenía la secreta esperanza de que alguno de esos golpes mal puestos lo matara. Una semana completa escupiendo sangre, desgarro del conducto anal, fiebre, dos costillas fracturadas, mandíbula dislocada… a nada de eso le dio demasiada importancia el doctor. Ibuprofenos y reposo. Inacción… aún más tiempo para pensar… 15 años a solas consigo mismo. Qué mierda me habré metido, esto ya no es normal… llevaba tres eternos minutos con los ojos cerrados y jadeando cuando escuchó el murmullo, aunque en verdad no estaba seguro, pero volteó la cabeza como pudo y apoyó la oreja en la muralla para escuchar mejor. Sí, eran voces, voces que venían de la habitación de al lado. No lograba captar del todo lo que decían, pero discutían, un hombre y una mujer.


Te gusta ese weon cierto? Asúmelo
No voy a hablar eso ahora, viniste a buscar tus cosas no? Ahí están
Dime si te vai a meter con ese hijo de puta
No le digas así
Le digo como quiera al maricón de mierda ese
él en una semana ha sido mejor conmigo que tú en los últimos seis meses, y no, quédate tranquilo, solo somos amigos… no ha pasado nada aun entre nosotros.
Aun?
Aun.


HIJA DE PUTA MENTIROSA!! gritó mientras golpeaba la sólida muralla con las manos y la cabeza. Hija de puta mentirosa hija de puta mentirosa hija de puta mentirosa. Había dicho la hija de puta que ese día no fuera que tenía mucho que estudiar pero era nuestro día nuestro día especial aunque habíamos terminado aunque todo se había ido a la mierda seguía siendo nuestra fecha especial no no podía no ir a verla ese día no podía dejar pasar la oportunidad de jugarme la última chance de recuperarla de revivir sus sentimientos de decirle que sin ella ninguna puta cosa buena de la vida tenía sentido …claro… ese día fue… llegué a su casa su madre me dijo que había salido recién pero no me quiso decir dónde… la vieja culiá ya lo sabía todo… Caminé hacia el paradero pero no estaba ahí no estaba en ninguna parte tampoco contestaba el teléfono… a la mierda… ya me había hecho la idea de no verla... de regresar… hasta que se me ocurrió ir a buscarla a la plaza, a nuestra plaza…


Sintió ganas de vomitar y se aferró al retrete esperando que el olor lo ayudase en su propósito, pero nada, solo arcadas y toz. Un hilillo de sangre se deslizo desde su nuca, bajó por el cuello y dejó caer una pequeña gota en el agua amarillenta, tiñéndola de rojo. Su mano incrustada en el chaleco rojo, en el hermoso chaleco rojo que yo le regalé. Sentía que la cabeza le iba a estallar y metió las manos en el retrete para mojarse la frente con lo poco de agua que había. clavada en mi chaleco rojo Descansó unos minutos abrazando su trono, hasta que sintió de nuevo fuerzas para incorporarse y sentarse en él. El espacio era tan reducido que podía fácilmente apoyar su cabeza en la muralla que tenía de frente, justo por encima de los nueve círculos concéntricos que alguien había dibujado con un plumón. Un pequeño alivio sentía al apoyar su amplia frente en la húmeda y fría muralla. Se limpió la sangre coagulada del cuello, deshaciendo unos por uno los grumos entre las yemas de sus dedos. Quién sabe cuántas veces la hija de puta se metió con el weón en todo ese tiempo… y ahí estaban las rosas, las rosas que siempre ella me había pedido… rosas rojas como sus labios corruptos, como el chaleco al cual se aferraba la mano ajena, sin que ella la rechazara, sin que ella apartara sus labios de los de él… sin que le importara una cagada que hoy es nuestro día especial… y en la misma banca… en el mismo puto lugar. Pude haberlo hecho en ese mismo momento, encararlos, reventarle el hocico a patadas… pero ahí me quedé, mirando desde lejos, y no fui capaz de acercarme, no fui capaz de hacer ninguna mierda aparte de retroceder y caminar…caminar caminar caminar caminar caminar… no sé por cuantos pasajes, por cuantas calles caminé sin poder detenerme. Esa fue la única vez en toda mi puta vida que sentí mi corazón latir únicamente por el movimiento de mis piernas. Caminar con la calle cuesta arriba, sintiendo el peso de la angustia que amenaza con aplastarte a cada paso. Huir, huir de la desesperación, de la falta de aire, de esa pena tan grande que te hace querer caer de rodillas y vomitarla. Ella ya estaba con otro, quien sabe hace cuanto tiempo que estaba con otro… quien sabe hace cuanto se besaban… hace cuanto dejaba que su mano invadiera el chaleco rojo… cuando al fin me recuperé de la impresión y volví sólo estaba la banca vacía. Ningún rastro del chaleco rojo, ni del hijo de perra de pelo largo. Dejé las rosas en la banca e intenté llamarla por última vez. Este teléfono se encuentra apagado, por favor, deje su mensaje después del tono.

Si supiese el conchetumadre cuanto yo la amaba, si supiese el daño que me hizo al llevarse a la única persona que amaba de verdad en la vida. Pero según él también la amaba, también estaba enamorado de ella… ¿De qué mierda podría estar enamorado en un mes? ¿De su riza irónica? ¿De sus ojos vacíos? ¿De su falsa ternura? ¿De sus besos con sabor a semen ajeno? ¿De lo cómoda que quedan las manos en su cintura? ¿De lo fogosa que se ponía a menudo? ¿De sus besos chillones en la oreja? ¿De sus mordiscos en el cuello? ¿De sus besos demasiado húmedos en más de un sentido? Probablemente se enamoró de un buen par de tetas, de un cuerpo y un culo perfecto. Qué mierda pudo haber sabido ese hombre de amar a esa mujer. El no estuvo ahí desde el principio, no la atendió en sus crisis, no la vio desmayarse, no la abrazó en la noche para que se calmase, no se demoró meses en conquistarla para al fin llevarla a la cama y hacerle el amor… nada… el simplemente apareció a arrebatarme el único sustento de mi vida, lo único por lo cual podía sentirme orgulloso. Qué mierda podía saber de amarla nada weón nada se calentó con la mina y buscó el momento oportuno la debilidad el momento preciso para asestar el golpe… se aprovechó de un momento de debilidad de una pelea sin sentido pero el maricón magnificó todo le hizo creer que no era conveniente seguir conmigo que un weón así no vale la pena que ella se merece algo mejor que no debería sufrir por alguien que no la valora y bla bla bla MARICON CONCHETUMADRE todo se fue a la mierda por tu culpa todo todo todo weón a la puta mierda por tu culpa.


Las cañerías produjeron un ruido sordo, una especie de rugido metálico que le hizo vibrar el cerebro y la sangre de las venas. Cada vez se hacía más intenso, como el gemido de un moribundo ante las puertas del infierno… un tornillo se zafó, dejando que la cañería bailara y vibrara con absoluta libertad. Entonces no lo soportó más y compensó a golpear los metálicos tubos con el puño y con el antebrazo, y así siguió de forma frenética hasta que el ruido de pronto cesó. Pudo haberle sacado la mierda, pero no lo hizo… quizás hubiese sido mejor, quizás no se hubiese quedado con todo eso dentro… quizás no hubiese sucedido algo peor…


…Sabes lo que te hace especial entre todos los hombres mi amor
                 Que cosa amor
Esa carita hermosa con la que te quedas mirándome cuando estás contento… no cambiaría esos ojitos tuyos por nada del mundo mi amor. Aun te miro y recuerdo el día que nos conocimos. Estabas tan solito, tan triste ahí sentado. No tenías los ojitos que tienes ahora.
                Es que ahora en verdad puedo estar contento… antes todo era diferente, tú sabes, las cosas que pasaron. Desde ese día que te acercaste a hablarme creo que me salvaste la vida. Si algún día me faltas me muero
Nunca te faltaré
                   Nunca nunca?
Nunca.
           Dame un beso
Los que quieras





Se volvió a sentar y volvió a limpiarse la sangre que le brotaba de la nuca. La sucia luz de la ampolleta comenzó a ser cada vez más pequeña débil. En la penumbra, los dibujos de los muros cobraban nuevos sentidos… Ahora todo era café, café como el color de la sangre seca, o de la mierda seca. …siempre el mismo olor a mierda… Nunca fue en realidad una decisión tomada. Aun podía recordar la cara del hermano menor cuando supo que ya nunca volvería a ver a la mujer que amaba casi como a una madre… ese rostro fue el único que le perturbó y el único ante el cual sintió vergüenza creo haberlo visto hace poco… poco antes de llegar a este condenado lugar. Luego del juicio el tiempo se aceleró en una apresurada carrera hacia el vacío. 15 años para pensar… una eternidad en la agonía de las sombras y el recuerdo. Pero sí, después de 15 años meditándolo había que reconocerlo: fue un plan absolutamente estúpido. Tenía la férrea esperanza de no perderla, de salvar la relación de algún mágico modo. Nunca más contestó el teléfono, nunca más quiso comunicarse de ninguna forma… silencio absoluto, indiferencia absoluta… días, semanas… el tiempo se vuelve eterno cuando esperas sentado junto al teléfono la llamada compasiva que le dará un pequeño alivio a tu tormento, pero nada, nada de nada… mientras quién sabe qué cosas hacía con ese hijo de puta, qué cosas le prometía, qué cosas tiernas le decía… las mismas probablemente. La única vez que contestó fue solo para burlarse.


Ya deja de buscarme weón patético. Estoy feliz con él y no voy a volver contigo
          Como si en verdad lo amaras…
Lo amo, lo amo de verdad. Métete bien esto en la cabeza: él es mejor hombre que tú… él me da todo lo que necesito sin que yo le pida nada. Asúmelo, perdiste, me descuidaste y alguien mejor que tú llegó a mi vida.
          Y yo no daba acaso el mundo por hacerte feliz, acaso no dejé todo weón todo todo de lado por estar contigo? Weón cuantas cosas que tú bien sabes… qué no hice por ti… pero claro, ahora estás cegada con ese hijo de puta y ya nada de lo mío puede ser bello en tu memoria. No vas a responder? Al menos dime algo weón algo... al menos prométeme que no olvidarás lo bueno. Ya me dejaste me hundiste me cagaste... al menos promete que no me dejarás caer en el olvido.
…te voy a cortar, no me vuelvas a llamar.



Y cortó la muy desgraciada. Semanas completas esperando oír su voz. Una palabra de consuelo… algo que lo librara un poco del dolor… pero nada. Había que hacer algo, tenía que hacer algo...


Esa mañana fue particularmente bella. La última mañana radiante antes de que el invierno entrara con fuerza. Debía ser de día, de noche sus padres comenzarían a preguntarse por qué no llega. A las siete de la mañana ella saldría de su casa camino a la universidad, y necesariamente pasaría por el terreno baldío que estaba entre su casa y la parada del autobús. Ahí había que esperarla. Ninguna situación de espera se asemeja a la sensación de quien espera a alguien con un cuchillo en la mano, sin saber qué cresta hacer cuando aparezca, sin ni siquiera tener claro qué es lo que pretende. Solo sentía que debía hacer algo… al menos darle un susto, algo. Pero había que tomarla por sorpresa, así que estacionó el carro detrás de una muralla para no ser visto, salió, se apoyó en la puerta, encendió un cigarro, esperó. Los 15 años en prisión no fueron tan largos como esa espera, pero finalmente apareció. La vio aparecer por la izquierda y su corazón se aceleró como el corazón del condenado ante la silla eléctrica. Había llegado el minuto, ella estaba ahí, no lo había visto… pasaba caminando orgullosa como siempre, mirada en el horizonte, ignorándolo todo y a todos a su paso. Cuando él la tomó del brazo ella lo reconoció, e hizo el gesto de apartarse, pero la punta del cuchillo en el vientre y la orden “cállate y camina” la hicieron cesar en su intención. Algo le dijo cuando iban camino al auto… algo así como “no hagas esto, vas a cagar tu vida” Cállate cállate mierda y camina. Aún era muy temprano y al parecer nadie había visto nada, pero tenía la sensación de que ella podía adivinar el miedo en sus ojos. En efecto, probablemente él estaba más asustado que ella. Subió con ella a la cabina de atrás y comenzó a amarrar sus piernas con cinta adhesiva. No hagas esto por favor, aun estás a tiempo de arrepentirte… déjame ir y no diré nada… piensa bien por la cresta mira lo que est YA CÁLLATE MIERDA!! Y con ese golpe en su rostro selló el punto de no retorno. Ya la había golpeado, ya la había amenazado con un cuchillo, ya la había maniatado, sólo quedaba ponerle la cinta adhesiva en la boca, encender el motor y continuar. Si había una remota ocasión de arrepentirse y abandonar el plan aquella se acababa de esfumar. Ya el camino estaba avanzado y solo quedaba seguir en él, pase lo que pase…


Mientras conducía pensaba en un buen lugar, el lugar solitario donde no sabía con certeza que mierda iba a hacer, pero había que darle una lección, eso era lo que había que hacer. Sus manos temblaban mientras que por el retrovisor sus ojos vigilaban que ella se quedara acostada y no se levantara de los asientos traseros. Que blanca se veía su piel en la diáfana luminosidad de aquella mañana. El sol hacía brillar sus gafas oscuras, y desde afuera, parecía un conductor normal… todo era estremecedoramente normal, y a pesar de lo hecho ni siquiera él mismo lograba verse como un futuro asesino. Calles, semáforos, vehículos, postes, señaléticas, gente caminando… todo pasaba en una parsimoniosa sucesión de imágenes inconexas, desprovistas de todo sentido de continuidad. Recordó el galpón abandonado, aquel lugar donde hicieron por primera vez el amor después de la fiesta de graduación. Allí decidió que debía llevarla. Acostada ahí atrás, tranquila, inmóvil… casi le daban ganas de preguntarle a donde quería ir, de ignorar todo lo que había pasado y aprovechar esa hermosa mañana de alguna forma. Estacionó en el interior mismo del galpón, en la parte más oscura, salió del vehículo y abrió la puerta trasera, pero una patada de ella lo impulsó hacia atrás, y en vano ella intentó incorporarse y calló bajo el asiento. Entonces recordó el cuchillo cálmate mierda cálmate… si quieres vivir coopera. Solo quiero que me pidas perdón por toda esta mierda que me has hecho pasar y que me des un beso… un último beso como antes, vale? Todo va a estar bien. Creo que nunca la había visto tan hermosa como en ese momento... Le quitó la cinta y le dio un beso en la boca, pero ella no lo respondió. Dame un beso dame un beso como antes por la puta… no me mires así… deja de mirarme… deja de mirarme de esa forma o te corto el cuello… si hubiese dejado de mirarlo así no la hubiese golpeado tanto, pero no dejaba de mirar de esa forma, la misma mirada de siempre, fría, orgullosa, terca… si hubiese mostrado un mínimo de sumisión… pero no, aun con el cuchillo en el cuello no se dejaba doblegar. Claro, ella podía ver su miedo, podía sentir su angustia. Sabía que no se atrevería a nada, no era capaz. Date vuelta, te voy a violar. La volteó bruscamente, dejándola boca abajo. Con el cuchillo rompió el pantalón y la ropa interior, dejando sus nalgas desnudas. Se bajó los pantalones y comenzó a frotar su pene contra ellas, pero el nerviosismo le jugó una mala pasada. Le golpeó las nalgas para observar el movimiento que siempre le había gustado, mientras ella permanecía en un silencio absoluto. Por más manoseos y roces no lograba alcanzar la rigidez suficiente. Sentía que el corazón se le salía por la boca y que en cualquier momento le daría un infarto. Sentía que ella se burlaba de él, de su nerviosismo, de su incapacidad de penetrarla. Probablemente era él el que estaba dando lástima, no ella, que a pesar de estar amarrada y con el trasero al descubierto seguía luciendo soberanamente bella, controlada y orgullosa. Pero había que seguir… no podía echar pie atrás… metió el dedo índice con toda su fuerza entre sus glúteos, y ella se estremeció levemente, pero fue suficiente para excitarlo, para sentir que había hecho flaquear en parte su espíritu. Mientras la penetraba con el dedo se tocaba el pene con la otra mano, hasta que alcanzó la rigidez suficiente. Entonces sacó su dedo, puso su cadera sobre la de ella y la penetró lentamente, disfrutando cada centímetro de avance en la estrechez de su cuerpo. Te gusta esto putita te gusta??ah?? esto es lo que querías?? Apuesta a que con ese conchesumadre no disfrutas hacerlo como lo disfrutas conmigo. Algo le decía en cada embestida… pero ella permanecía inalterable… la cara de lado contra el asiento del coche, sus hermosas nalgas, su hermoso cuerpo inalterable… y ella no se quejaba, no gemía, no demostraba nada… como si su miembro no fueran nada… como si nada de su masculinidad pudiese interesarle… ni dolerle, ni siquiera afectarle... ni siquiera importarle…


Dime si te gusta que te den por el culo putita de mierda… háblame.
Termina rápido y déjame tranquila.



Esa fue su respuesta. Había fracasado… por más que le abriera el culo no la podía poseer… seguía siendo igual. Hermosamente malvada, sarcásticamente bella… seguía teniendo unas tetas hermosas, un culo imperturbablemente perfecto. No, esto no era una violación, no era nada… simplemente ella lo estaba dejando hacer lo que quisiera, por simple lástima. No había interés, no sentía nada, ni siquiera miedo. Nada. Para ella no era nada. Seguía siendo la misma irresistible perra orgullosa de mierda que no quiso volver a sus brazos… le puso la mano con firmeza en la boca, sacó su pene, tomó el cuchillo y se lo metió con toda su fuerza. Y entonces sí, ocurrió lo que tanto esperaba. Su cuerpo se estremeció completamente y un largo gemido se dejó oír a través de sus firmes dedos. Sacó el cuchillo y volvió a penetrarla, sintiendo como se estremecía de dolor ante cada embestida de su pene.Ahora si putita, Ahora te gusta?? Tenía su mano firmemente aferrada a su boca, atrapando su cabeza contra su pecho. Con la otra mano le rompió la blusa y liberó uno de sus senos, apretándolo, aprisionándolo con fuerza mientras retenía en su mente la imagen de esa otra mano y el chaleco rojo, mientras ella se retorcía y gemía intentando liberarse del roce infernal que habría cada vez más la profunda herida. Sentía sus manos intentando liberarse por debajo de su cuerpo, pero era inútil, estaba bien amarrada y el peso de su cuerpo no la dejaba escapar. La sangre ofrecía una extraña sensación viscosa, un calor visceral que fluía desde sus entrañas, humedeciendo su pelvis y derramándose delicadamente por sus testículos y muslos, avivando con el calor de cada gota de sangre el diabólico y fogoso deseo de quien busca placer y venganza. Me encanta tu culito mi amor, me encanta me fascina… ay que rico mi amor ya me falta poco… voy a acabar… ay ayyyy… ooohh... No sólo el músculo pubocoxígeo, sino todos, todos los músculos de su cuerpo se contraían y relajaban en movimientos espasmódicos, salvajes, inundando su cerebro con una avalancha de irresistibles estímulos nerviosos. Explosión de placer. Orgasmo violento y delirante, que lo tuvo varios segundos jadeando con la nariz incrustada en sus cabellos. Sintió como su semen se mezclaba con la dulce sangre que chorreaba entre sus piernas, el abrazo delicioso de la blanca vida y la muerte escarlata… y entonces lo sintió. Antes le había hecho un par de veces el amor por atrás, pero nunca lo había sentido… ese olor a mierda, el olor de la mierda que comenzó a caer por montones, mezclada con cuajos de sangre y semen. El olor lo hizo volver en sí. Ella permanecía blanca, totalmente quieta, mientras la sangre chorreaba por sus piernas, mezclándose con la mierda líquida que manchaba el asiento. Amor despierta no te quedes dormida por favor… ayúdame por favor tengo que llevarte a alguna parte… estás mal… ay no por favor por la cresta reacciona amor, abre los ojos por favor…intentaba hacer algo pero la sangre y la mierda lo manchaban todo. Sus manos, su ropa, su blanca carne… todo corrompido por el acto que él y nadie más que él había realizado. Y luego la desesperación, una presión horrible en el pecho, la falta de aire y el deseo de cambiar mágicamente ese terrible panorama. Pero el olor de lo hecho lo inundaba todo. el mismo, el mismo olor que tiene este baño. Y se me iba… se me iba entre los brazos… la hemorragia avanzaba rápido, inundándolo todo... su cara palidecía, sin que mis caricias, sin que mis besos pudieran alcanzarla.





Reacciona mi vida por favor, no te mueras, no me dejes…










yo no quería que eso pasara... 

yo te amaba... por qué cresta me obligaste a hacer eso.




Quizás fueron unas 5 horas o quizás un poco más. Lo cierto es que ya estaba atardeciendo cuando despertó, abrió los ojos y vio su pálido y hermoso rostro frente a su cara, iluminado por un débil rayo de luz anaranjada. Sus cuerpos seguían abrazados, y sintió deseos de apretarla contra su pecho y besarla, pero ella ya estaba fría. Lo sacaron a punta de pistola del vehículo, lo hicieron tirarse al suelo, lo esposaron y rápidamente lo subieron al carro policial. Esa fue la última vez que durmió con ella, la última vez que sintió su suave piel junto a la propia. Luego de eso la prisión, las visitas del abogado, la espera, el juicio. Durante mucho tiempo conservó en sus manos la sensación de su piel suave y fría… sus brazos envolviendo su cintura… su boca junto a su boca...


Tocó una vez más la sangre seca de su nuca y entonces comenzó a comprender. Sus ojos volvieron a explorar esas cuatro paredes tan familiares como si en ellas estuviese desparramada su historia, como si fueran los muros de una habitación escondida justo detrás de su frente. Siguió un rato mirando sin mirar hasta que sus ojos se detuvieron, con todo el desánimo del mundo, en la puerta. Miró las marcas de arañazos y golpes y casi pudo imaginarse a él mismo ahí, golpeando y arañando, forcejeando, luchando por salir. Ese fue el gran pecado, ese fue el principio y el fin de todo. Nunca quise olvidar la traición, nunca quise olvidar la sensación de su cuerpo, nunca intenté olvidar nada de lo vivido. Me aferré a las escusas, me aferré a la justificación de mis actos para no perdonar, para no perdonarla, y de paso, para no perdonarme. Me entregué a la espera, me entregué a una vida de sombras y recuerdos y me esforcé por mantener encendida a fuerza de justificaciones la amarga hoguera de la culpa. Salí de la cárcel y seguí buscando emociones pasajeras, sucedáneos de placer, vivencias inconclusas, violencia por gusto, vagas sensaciones con las cuales pude seguir alimentando mis recuerdos. Ahora ante esta puerta sin manilla recién lo vengo a entender. El gran error al fin revelado ante mis ojos: Nunca busqué una salida. Me quedé en la frustración de perderla, me quedé en los celos, en el odio, me quedé luego en una culpa camuflada de rencor, me quedé, me quedé en la maldita inacción... error fatal... la inacción es lo peor cuando uno quiere salir de esos estados, pero lo olvidé. Siempre hay una salida, siempre que se quiera encontrar, pero yo no quise, preferí quedarme, busqué esconderme en mi pecho, elegí hundirme lentamente como un cuchillo en el ombligo y al fin toqué fondo. La caída del telón, las luces apagándose y el único actor retirándose sin aplausos... 

...o quizás si, solo uno: mi propio reflejo aplaudiendo desde el fondo del espejo.



Hola, está ocupado este asiento
No, adelante
Gracias, eres nuevo aquí
Si
Y siempre estás tan solo?
Creo que si…
No deberías sentarte siempre solo, desde ahora si quieres puedo hacerte compañía
Me encantaría



La luz del baño siguió decayendo hasta que se desvaneció completamente. Secó la sangre que caía por su cuello y encendió el último cigarrillo en la oscuridad. Unos pasos se acercaron desde afuera… alguien golpeó la puerta.


-Está ocupado…


Del otro lado ignoraron su respuesta y siguieron golpeando


-Que está ocupado!!


Después de unos segundos golpearon más fuerte, casi como golpeando en su propio pecho. Abrió los ojos y logró ver a un hombre extraño que intentaba reanimarlo y una mujer que lloraba.



Váyanse a la mierda…




                                              [hora del deceso 4:48 am.]






La puerta se cerró con llave desde afuera. Los pasos se alejaron hasta desvanecerse y entonces el silencio, el silencio que solo fue interrumpido por el ronco lamento de las tuberías, sosteniendo apenas el amargo fluir de sus pensamientos.





jueves, 18 de octubre de 2012

Proyecciones de la noción de discurso (definiciones, conceptos, aplicabilidad, significación).

No suelo publicar mis ensayos universitarios a mi blog. Principalmente porque pienso que cada texto crítico o teórico expande un poco las nociones de literatura, pero también le mata el alma. He escrito análisis brillantes, merecedores de las más altas calificaciones, pero he decidido subir éste, el que ha sido peor evaluado en toda mi vida, presisamente por eso, por ser el peor evaluado. Espero que a alguien le sirva para algo... no, en verdad no espero eso, simplemente lo dejo aquí. Adiós.

Me propongo la colosal tarea de hablar sobre la noción de Discurso y de establecer una idea más o menos clara y precisa de lo que es un discurso en esta brevedad de páginas. Confieso ante todo que mi intelecto se marea intentando comprender el contenido inabarcable de la palabra discurso y se pone pálido ante la tarea que se le encomienda, pero a pesar de ello haré todo lo posible por capturar en no más de 4 páginas lo elemental de una noción tan nueva como la coca-cola y tan amplia como cualquier otro concepto de la antiquísima tradición literaria.
La Noción de discurso es reciente, comenzó a gestarse en los años 80 y es hija del postmodernismo y la deconstrucción. Es una noción semiótica, pues quita el eje del vértice escritural para situarlo sobre el proceso de lectura y significación.
La noción de discurso es amplia, difícil de definir. Una definición etimológica nos llevaría al concepto latino “discurrere” que significa correr en múltiples sentidos. Si nos imaginamos el agua discurriendo sobre las rocas podremos tener una idea aproximada de lo que es un discurso: una continuidad no lineal, un fluir múltiple, con muchas vías de comunicación entre una continuidad y otra. Todo discurso entonces es multidiscursivo, pues en él se encuentran huellas de discursos pasados, influencias de discursos contemporáneos e indicios de discursos venideros. En consecuencia un discurso es un fragmento, en oposición al concepto de obra, que trae consigo la idea de totalidad y de cierre.
Todo discurso es social, porque el lenguaje mismo es social. En consecuencia no podemos crear discursos sin recurrir a otros discursos, así como tampoco podemos inventar lenguas vivas por nosotros mismos. Que el discurso sea social implica también que es dialógico, porque el discurso en sí se proyecta hacia otro, no importa que sea el más profundo de los monólogos, ya que siempre el discurso apunta hacia la otredad, aunque esa otredad sea un desdoblamiento del yo. Pensando en forma inversa, toda experiencia social es discursiva. No podemos sociabilizar sin recurrir a una multiplicidad de discursos, pues la interacción humana es discurso, así como el discurso podría definirse a muy gruesas líneas como interacción humana, comunicación, socialización, etc.
Pero la noción de discurso no solo implica lo colectivo. El discurso discurre desde la individualidad hacia la colectividad, y vice-versa. Podemos decir que un individuo a creado a lo largo de su vida un discurso, pero podemos decir también (y con mayor razón) que han sido los discursos los que han creado al individuo, o mejor dicho a su individualidad. El individuo no es más que la suma de los discursos con los que se ha topado en su vida. Su mente funciona como una esponja y como un filtro. Por ende el discurso de un individuo es solo una adición y una selección de los discursos con los que se ha topado, por lo que la idea de originalidad solo aplica en cuanto es original la disposición de esta sumatoria (si, la manera en que empecé este mini ensayo no es mía, se llama “falsa modestia” y es un tópico que ya tiene varios siglos de uso, lo novedoso es, quizás, que estoy usando mi introducción como ejemplo de mi argumentación, y todo esto encerrado en un elegante paréntesis). No hay discursos originales, solo es original la reorganización y singular apropiación de sus contenidos.
Como el discurso es un fragmento dentro de una totalidad inabarcable y como su existencia se alza en la interacción, los límites que lo definen no son perfectamente claros ni cerrados. Es difícil definir donde empieza y donde termina realmente un discurso. Un discurso no termina en un punto final, no comienza con una mayúscula, no nace con una idea ni muere en la caída de un telón. El discurso es un proceso que se lleva a cabo en la interacción, por ende no está en el papel que leemos ni en las reflexiones posteriores, pero podemos encontrar sus huellas en el antes y en el después.
La sociedad en si se ha construido en base a la interacción múltiple de discursos en pugna. Todo discurso individual tiene el instinto natural de perdurar y extender su existencia en otro discursos, tal como los seres vivos tenemos el instinto natural de reproducirnos para hacer perdurar nuestro material genético en otros seres. Esta ambición discursiva produce competencia, y esta competencia permite que solo los mejores discursos puedan conquistar el espacio social. Esta suerte de selección natural es la que ha construido a la sociedad, y de esto podemos encontrar muchos ejemplos en la historia. Sin embargo no todo discurso bueno ha sido aceptado fácilmente en la esfera social. Muchas veces la novedad de un discurso lo vuelve inaceptable para los miembros de una determinada sociedad. Así tenemos el caso del discurso científico que durante mucho tiempo fue acallado por el discurso religioso. Por ello, podemos decir que para que un discurso sea aceptado por la colectividad tiene que tener a lo menos un 70% de referentes conocidos, de tal manera que el material viejo sea un amplio puente para lograr comprender el 30% restante. Aunque todo esto en realidad es muy relativo, ya que la masa colectiva no es homogénea y cada persona recibe un discurso de un modo diferente. La heterogeneidad de la recepción es lo que hace que todo discurso sea polisémico (todos, incluso éste), pues tiene tantos significados como individuos que lo lean, o incluso más, pero las significaciones producidas no tienen un valor homogéneo en la sociedad. Un alumno puede preguntar a un compañero que tal está su trabajo, y el compañero puede quedar impactado y decirle que es lejos el mejor trabajo y el más original que ha leído. El alumno luego irá feliz a mostrarle el trabajo a su profesor, pero el profesor no opinará lo mismo, y finalmente le pondrá un 3.5, porque su trabajo no se apega a la pauta de trabajo ni a los estatutos establecidos. Ambas apreciaciones no tendrán el mismo peso en este caso y la que prevalecerá será la del profesor, pues el discurso del muchacho tiene demasiados elementos nuevos volviéndolo inaceptable para él, la apreciación de su compañero en este caso no tiene peso para la sociedad y no puede rivalizar contra el prestigio ni la experiencia del profesor. Los alumnos de todas las épocas tienen muy claro esto y por ello se han limitado a reproducir las palabras de sus profesores en sus trabajos.
Por lo visto, los sentidos que le damos a un discurso se transforman también en discursos posteriores que logran hegemonizar a otros discursos, logrando que la gran mayoría de las personas piense que las palabras de este autor significan esto y no aquello, o logrando que un discurso sea considerado dentro del canon y otro no. Es así como la interpretación de La Biblia que prevalece es la que nos da la iglesia católica y no alguna que pueda afectar los intereses de esta institución. Ejemplos de este fenómenos encontramos muchos y en muy distintas áreas del saber, incluyendo por su puesto a la literatura. ¿Por qué leemos a este autor y no a este otro? ¿Por qué leemos a Shakespeare de este forma y no de esta otra? ¿Por qué el profesor nos implanta interpretaciones de un discurso en el cerebro cuando nosotros tenemos una idea diferente? ¿Porqué la diferencia es siempre rechazada a aceptada a regañadientes? Estas son interrogantes frecuentes en los estudiantes de literatura (…creo) que tienen que ver con la pugna discursiva y con el valor de las significaciones.
¿Qué es un discurso entonces? ¿De qué manera los podemos definir? Parece que mientras más queremos cazar una definición más se nos escapa. Esto es porque la idea de definición es contraria a la idea de discurso. Definir es poner fines, poner límites, mientras que un discurso es siempre un fragmento abierto a una totalidad más grande. El discurso, como una neurona, extiende sus dendritas hacia otras muchas neuronas de su sistema nervioso, de modo que sus límites se pierden entre las células que lo influencian y las que han sido por él influenciadas. Podríamos decir que el discurso es como la sinapsis, un proceso comunicativo múltiple, interneuronal, colectivo y caóticamente ordenado, o podríamos decir que el discurso es como una reacción en cadena en el interior de una bomba nuclear, un proceso multidireccional, violento, creciente, inabarcable, en donde cada núcleo discursivo espera el impacto de otros discursos para abrirse e impactar luego a otro núcleos, en donde se vuelve imposible determinar cual fue el primer núcleo que hizo fisión y cual fue la senda que siguió la reacción. El discurso se parece también al agua, pues es multiforme, fluye desde una fuente hacia otras muchas, se presenta pequeño como una gota o inabarcable como el mar y produce interacción, vida y comunidad. En fin, no sé de que otra forma definir la noción de discurso. Probablemente todo lo que presente géneros, sintaxis y significaciones y sea organizado, diegético, dialógico, polisémico, influyente y social debe ser considerado como un discurso, sin olvidar que solo es un fragmento de una totalidad discursiva enorme e inabarcable.

domingo, 15 de julio de 2012

Más allá de los Sueños...


 Soñé que tenía la oportunidad de viajar al pasado para "enmendar" ciertos pasajes complicados de mi vida. Obviamente mi primer destino fue el año 1993, precisamente el 13 de noviembre, poco antes que mi papá saliera a trabajar al entretecho de mi tío Jorge de donde no saldría con vida. Mi intención era advertirle de que se quedara en casa ese día o se hiciera acompañar con urgencia a algún hospital, aunque no se sintiera mal ni nada. Sin embargo cuando lo vi dude en mi determinación. ¿Cómo le explicaría que un cabro que tiene casi su misma edad era su hijo que venía a salvarlo de una extraña muerte inexplicable y fulminante?. A esta complicación se le sumó una mayor, porque entendí que si mi padre sobrevivía ese día el curso anormal de los acontecimientos determinaría que mi mamá no se relacionaría con mi padrastro, yo nunca me mudaría a Pudahuel (con todas sus infinitas consecuencias) y mi hermana probablemente nunca nacería. El curso de toda mi vida y la existencia de mi hermana dependía de la resolución que tomara en ese momento. Extender artificialmente la vida de mi padre significaba negarle la existencia a mi hermana. Además era probable que a pesar de mis advertencias el raro padecimiento que secretamente afectaba a mi padre haría su efecto sin importar lo que él hiciese por evitarlo, y en ese caso mi advertencia solo serviría para atormentar las últimas horas de ese pobre hombre al hacerle saber que no sobreviviría para ver crecer a su pequeño hijo... Absorto en mis cavilaciones, de pronto lo vi pasar frente a mí, mirándome con esa sonrisa leve que la gente amable regala a los desconocidos. Me sentí congelado por fuera y ardiendo por dentro, como poseído por mil sentimientos diferentes... algo parecido a la sensación que embriaga al niño enamorado cuando sus ojos se encuentran frente a frente con los ojos de su amada. 
Y lo dejé pasar. Lo deje pasar y no hice nada, ni siquiera le respondí la sonrisa. Y él pasó con su paso seguro e inocente, de cara a su destino, con la seguridad de quien se sabe superior al tiempo. Sus ojos, más verdes que nunca, se detuvieron solo un instante en los míos y luego se clavaron para siempre en el horizonte. Su espalda se alejó siguiendo un camino que yo no podía seguir. Dobló en la esquina de la calle y lo perdí de vista. 
Al despertar el futuro seguía siendo igual que siempre, pero al menos me quedé con la sensación de haberlo visto.

jueves, 9 de junio de 2011

Alex

Seguramente he sido
el único hijo de un padre
que es a la vez mi hijo
mi padre y mi hijo
mi hijo y mi padre.

Casi dieciocho largos años
van desde aquel frío trece
y aun mi alma se estremece
y reparo no hallo al daño
que al tormento ponga cese
ni encontrarlo me interese
más yo vivo en mis antaños.

Más yo vivo en tu recuerdo
que en la vida me has dejado
si en morir es nuestro acuerdo
si tan míos son tus hados
¿qué me importa lo que muerdo?
¿qué me importa lo no hallado?

Tanta falta me haz hecho,
tanto de ti me han hablado,
tanta andanza a provecho,
tantos males superados;
que con fuego de mi pecho
con paciencia te he forjado.

Esculpí tus manos en primero
para imaginarme entre tus brazos
y recibir tu amor sincero
acomodado en tu regazo.
Las forjé con paciencia de herrero,
las creé con caricias de alfarero,
para que fueran mi hermosa cuna
y no hubiera en ellas falla alguna.
Las hice suaves, blancas, perfectas
las hice firmes, recias y correctas
para que en ellas empuñaras la luna
e iluminaras con ella tus verdes lagunas.

Te hice heredero de mil epopeyas,
te vi blandir la espada como fiero Roldán
y como Aquiles te vi quebrar las grebas bellas,
fuiste más bello que cualquier hijo de Adán
y hoy eres más bello que todas las estrellas.

Te di una mente firme, de hierro y templada
y un corazón valiente, de fuego y arrojado
te di un par de verdes  y luminosas ventanas
para que vieras el mundo por ti conquistado.

En cuarenta noches cree tu rostro
en bello marfil pulido y perfilado
le di el más sereno de los semblantes
para que a nadie le fuera olvidado.

y así penacho al viento y desafiante
lo vi cruzar los altos muros
dejando a su hijo anhelante
esperando frío y mudo
mas volver ya nunca pudo...
dejome solo en el silencio,
en este mundo amenazante,
perdido entre los necios
perdido como Astianacte.

Y qué me importa si eres real
o si eres producto de tu ausencia
si conmigo haz sido siempre leal
si haz estado conmigo en mi dolencia
¿qué me importa si no tengo la evidencia?
afortunado soy pues eres como quiero
producto y productor de mis anhelos
eres tan gallardo, eres tan fiero
duro como el roble, alto como el cielo
¿qué importa si naciste en mi desvelo?

Entre historia y literatura
hay tan poco trecho
que no importa si tu figura
es ficción o es un hecho.

Padre, padre, padre y padre
Padre te digo mil veces padre mio
con orgullo en mi sangre digo padre,
no me olvido de tu nombre
ni de lo que has sido, padre mio,
soy lo que viviste, soy tu hijo
soy tu superado desafío.
Cuando volabas allá errante
fue el destino quien me hizo
ser tu ancla y tu estandarte
cuando allí en mi tierno rizo
por amor te regalaste.

Y fue Destino quien me hizo
ser la sombra de un gigante.
Tu semilla  pues no quiso
darme espejos de tu sangre.
de tu cuerpo tan macizo,
de tu mente tan brillante,
 hizome sólo semejante.
 Mas no creas padre mio
que me quedo sollozante
ante todo desafío...
con tu herencia insoslayable,
con tu nombre y con tu sangre
lucho siempre a nuestro avío.

A los veintitrés decidiste elevarte
y veintiún ya alegre cuento
que sólo faltan dos para alcanzarte
inmortales seremos presiento
 espera pronto iré a buscarte.


miércoles, 25 de mayo de 2011

El Sema.

Que mueran las grandes lineas
Los grandes conos in crecento
Ahí va la grandeza del círculo
Mirad aquello que se escapa
Crecimientos lineales que mueran
Sintagmas y morfemas que mueran
Que muera el rígido significante
Sagas imperio de la forma
Muéranse los nombres las palabras
Las rectas vías que mueran
o tú negativismo
Romped la estructura el sistema
levantad el cero perfecto círculo
Sin los nomina que nos separan
Sin el corte sin el sesgo sin la palabra
Sin un dogma que nos pese
Universo infinito o si el caos
Explosiones implosiones 
El dolor se desvanece
Pensamiento delicioso cogitāre infinito
No tú no pétrea sintaxis
No por favor no fijes nada
Sólo ideas desprovistas
Sólo el átomo sin sus reglas
Sólo corriente de otras vidas
Sólo manchas sin su cebra
Ahí el semen es de la existencia
Allá escondidas las sin nombre
Unirse a ellas como velcros 
Allá en el humo buscad el sema
Destruir el tiempo y sus derivados
Oír al discípulo del cicutado  
No conformarse con la palabra
No vamos no le creas a la lengua
Imagina los colores que no existen
Dame aquellas cosas que encuentres
Las que no han sido nombradas
Vibraciones circulares
Van danzando unas dendritas
Oh sí El Círculo el lazo omnisciente
Vértigo hacerse transparente
Pensar es la superexistencia
El cielo está allá abajo
Deja que vibre en tus rodillas
Deja que escurra en tu cabeza
El cielo es color es transparencia
Deja que el círculo presione tu cabeza
No enciendas la luz créala
No escuches las palabras obsérvalas
Deja que el círculo baile en tus ojos
Mirad el todo el sema
Mirad lo que eres mira tu círculo
No tú no perspectiva
No no intentes fijarlo
Deja que flote deja que explote
No vamos no intentes nombrarlo
No el macro no el micro ambos
Cogitāre fundirse en el cosmos 
Dueño ser de la materia
Inventa los músculos que te falten
Busca vamos no le creas a tu lengua
Vaciar la realidad, llenarla de infinito
Nomināre est fīnīre est secāre
Occidens est concepto
 Bebido el humo transparente
Renace otra vez a la existencia
si consciente no 
La curva senda
 El Sema